Javier Gómez Noya, el flamante subcampeón de los Juegos Olímpicos de triatlón, se mostró muy satisfecho con su carrera, la mejor de su temporada, en la que tuvo que luchar él solo contra los hermanos Alistair y Jonathan Brownlee, el británico Stuart Hayes y el eslovaco Richard Varga.

"Se ha corrido muy rápido. La bici fue muy dura porque no se paró en ningún momento. Además, los Brownlee tenían de gregarios a Hayes y Varga que estaban trabajando para ellos por lo que he tenido que estar muy atento porque yo estaba solo. En líneas generales ha sido una gran carrera, la mejor de la temporada", aseguró el español.

Por ello, el triatleta ferrolano terminó la prueba satisfecho con su actuación, especialmente en la natación donde terminó segundo y en el tramo corriendo donde dejó atrás al Jonathan Brownlee y estuvo luchando con su hermano por el oro.

Con una marca de 1.46.36, solo once segundos por detrás del campeón, Javier Gómez Noya consiguió por fin la medalla olímpica que se le escapó en Pekín, donde una lesión y problemas estomacales le impidieron triunfar en una prueba en la que partía como favorito y terminó en cuarta posición.

Cuando Javier Gómez Noya alcanzó la meta de Hyde Park once segundos después que Alistair Brownlee, ambos antes que el resto, saldó unas cuentas pendientes, ventiladas a base de tesón y de convicción en sus propias fuerzas.

Nada ha resultado fácil para este gallego, nacido en Basilea pero trasladado a los tres meses a Ferrol, donde encontró el amor al deporte. Comenzó en la natación, pero puede que fuera la indefinición o las amplias aptitudes para destacar en varias modalidades la que le llevó a centrarse en el triatlón gracias a otros triatletas con los que entrenaba en el agua. Optó por esta especialidad, amplia, en la que ha triunfado.

El corazón le puso a prueba en más de una ocasión. La primera en 1999, cuando el CSD le detectó una anomalía cardiaca. Su futuro deportivo quedó bajo sospecha. Para muchos, pero nunca para él, que mantuvo el empeño en ser el mejor en este deporte.

Tanto vaivén médico no fue capaz de entorpecer su progresión. Campeón mundial sub 23 en el 2003 tardó casi un año en volver a tener una licencia para competir, aunque para ese momento ya se había quedado al margen de los Juegos Olímpicos de Atenas.

Después los éxitos llegaron uno tras otro. Oro en los Mundiales del 2008 y el 2010, fue también campeón de Europa en el 2007. Oro en la Copa del Mundo en los años 2006 y 2007. Plata en el Mundial de 2007 y 2009.

"Estar en el podio olímpico es muy complicado. Evidentemente no nos podemos comparar con Estados Unidos o China pero tampoco con Francia o Alemania, no tiene nada que ver. Ojalá sacáramos más medallas pero no se pueden pedir peras al olmo", explicó.

Noya también atribuyó la falta de resultados al poco interés social que despiertan la mayoría de deportes olímpicos y deseó que su medalla sirva para aumentar el apoyo y la práctica del triatlón.

"España tiene una serie de prioridades en cuanto a deportes. Lógicamente es más difícil conseguir medallas si se apoya tan poco a los deportes olímpicos y solo se acuerdan de nosotros cada cuatro años. No es solo cuestión de becas, sino también es un factor social", explicó Noya, luciendo su ansiada medalla en el cuello.