Llega el momento para los jóvenes de escoger qué camino seguir para prepararse para la vida profesional, qué estudios realizar; pero no siempre resulta fácil decidirse. Hay quien lo tiene claro incluso siendo niños. Pero no es lo más habitual, y ante las dudas no es extraño sufrir estrés y ansiedad por miedo a equivocarse o al fracaso, según comenta Mireia Cabero, profesora colaboradora de los estudios de Psicología y Ciencias de las Educación en la UOC e impulsora de la cultura emocional pública.

El entorno familiar es clave, añade Cabero. El joven puede sentirse incapaz de decidir qué carrera estudiar, entra en un bucle y se paraliza. ''La manera de afrontar esta ansiedad es, precisamente, dedicar un tiempo a la reflexión interna acompañado por el estímulo de los adultos próximos al estudiante, como la familia'', aclara.

Este acompañamiento es importante, insiste Antoni Badia, también profesor de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. En este sentido, es necesario que los adultos tengan presente una serie de criterios que tener en cuenta ante este momento clave de la vida del estudiante tanto para la reflexión del propio joven como para la familia.

1. Qué temas Le gustan más. Plantearse qué le gustaría aprender, sobre qué área, en lugar de qué estudios en concreto. Actualmente, los programas universitarios pueden ser más transversales, recuerda Badia. Cuando hay dudas es más importante diseñar el plan de estudios con másters incluidos que centrarse en decidir una carrera en particular.

2. Salida laboral. Badia recuerda que hacer unos u otros estudios ya no garantizan o dejan de garantizar un trabajo como sí podía suceder años atrás. Mejor que el joven se plantee qué le motiva más. Puede creer que una profesión determinada tiene una demanda fuerte, pero en cuatro o cinco años todo puede cambiar. Y al revés. Puede optar por desechar unos estudios pensando que no tienen salida cuando a lo mejor si los hiciera podría conseguir un buen trabajo que ni se imagina.

3. Contrastar con la realidad. Hablar con personas que se dedican a la profesión elegida. Demasiadas veces prevalece una visión idealizada sobre algunos trabajos. Es mejor contactar con varios profesionales que expliquen desde su óptica los escenarios múltiples, cuál es su día a día, los pros y los contras, qué hacen realmente.

4. Qué quiere ser. Otra opción es que se pregunte qué quiere ser de mayor más que qué quiere estudiar. Mireia Cabero explica que en este proceso es importante que el alumno detecte sus sueños, sus talentos y sus fortalezas y se pregunte en qué quiere contribuir en el mundo. Es un cambio de paradigma, porque el tradicional ya no sirve. La sociedad ha entrado en una dinámica cambiante que precisa renovarse.

"El problema es que la sociedad no está planteada para que la carrera profesional tenga un sentido de contribución y, por tanto, tener que elegir en cuatro días y con 16 años, no es fácil", constata Cabero. Por eso considera que uno de los aspectos más importantes al tener que tomar una decisión es que el estudiante entienda la profesión como una oportunidad de realizarse como persona, de contribuir a la sociedad y convertirse entonces en una persona más completa. "Cultivar la autoconfianza, no ponerse límites y ser fieles a ellos mismos. La profesión ya no consiste sólo en ganar dinero y ya está, también construye la identidad del individuo al preguntarse qué puedo aportar a la sociedad. Es un trabajo de autodescubrimiento. Esto también implica que los padres cambien su perspectiva en este punto. Requiere paciencia y comprensión", termina por decir Cabero.

5. Se Puede rectificar. Ha desaparecido el concepto de que los estudios escogidos son para siempre. Se puede empezar unos y cambiar por otros. No será ni el primero ni el último que en algún momento de los estudios se canse o se decepcione y los abandone. Tampoco será el primero ni el último que un año después los retome o haga un cambio drástico y empiece otro tipo estudios que no tengan nada que ver con los anteriores. Haga lo que haga, la decisión no es irreversible. Uno se la puede jugar y equivocarse y no pasa nada. No tiene por qué convertirse en una mochila insoportable que se tenga que aguantar toda la vida. Se puede cambiar y empezar de nuevo.

6. Año sabático. "No pasa nada si se deja de estudiar durante un periodo", también comenta Antoni Badia. Es lo que llaman el gap year, el año que se toma el estudiante antes de empezar los estudios universitarios, un periodo en el que se aprovecha tanto para viajar a otros países como para hacer algún tipo de voluntariado. En España no está arraigada esta costumbre y todavía se contempla con escepticismo; como constata Richard Merhi, investigador de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria, todavía prevalece la sensación de que es perder un año. Pero no ocurre así en otros países. Asentado en el Reino Unido en una tradición que se remonta al siglo XVIII, también es habitual entre los jóvenes estudiantes en Australia, Nueva Zelanda o Israel. En Europa, destacan los países del norte como Noruega, Dinamarca o Alemania. En EE.UU., la American Gap Association calcula que unos 50.000 estudiantes han tomado el último año este paréntesis. Es una tendencia que va en aumento, un 20% más desde el 2011. Incluso es fomentada por algunas universidades como la prestigiosa Harvard, que invita a los estudiantes admitidos a viajar un año antes de empezar la carrera, como está haciendo ahora mismo la hija mayor del expresidente Obama.

7. Madurez. Las profesiones del futuro pasan por construir la marca personal, la identidad propia, que forma parte del proceso madurativo. "Es necesario que el joven trabaje el autoconocimiento, quién soy y cómo soy. Esto es lo que nos hace únicos, y eso es lo que nos hace tener valor en una entrevista de trabajo: ser únicos", asegura Mireia Cabero. Oriol Miró, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja, explica que en los mercados laborales muy competitivos es necesario que el currículum vitae no sólo demuestre capacitación académica, sino que además diga algo de la persona, sus experiencias vitales, sus valores. Es un aspecto muy valorado en los departamentos de recursos humanos. Es en ese sentido que tomarse el año sabático comentado en el anterior punto no es igual a tumbarse a la bartola sin hacer nada. Es un año de crecimiento y de descubrimiento. Salir de la zona de confort y enfrentarse a nuevos retos. Conocer más formas de pensar, otras culturas y hábitos, aprender a adaptarse y ser resolutivos ante problemas inesperados. Es un plus añadido a la hora de seleccionar candidatos.

8. Competencias personales. En esta misma línea, en las profesiones se piden ahora competencias personales más que conocimientos. En este sentido, las universidades también se van centrando más en las herramientas necesarias para descubrir y desarrollar estas competencias. Es importante que el joven indague por una parte las competencias que requiere el desarrollo de una profesión determinada y por otra si él cumple con este perfil, explica Antoni Badia. ''El adolescente ha de ser consciente de sus capacidades para adquirir, analizar o aplicar los diferentes tipos de conocimiento así como de sus habilidades en la dimensión social, como la comunicación o las relaciones personales''.