El 43,6 % de los estudiantes de 19 universidades catalanas, valencianas, de Baleares, de Andorra y la de Perpiñán (Francia) proceden de familias de clase alta, un porcentaje que se eleva al 44,7 % en el caso de los de máster, según una encuesta realizada a 20.512 estudiantes. Este hecho evidencia una "sobrerrepresentación de los estratos sociales altos" en estas 19 universidades públicas y privadas y, en consecuencia, una infrarrepresentación de los estratos sociales medios y bajos que son mayoritarios en la sociedad, se indica en el estudio.

Las conclusiones de la encuesta, realizada en 2015 vía internet, han sido presentadas hoy en rueda de prensa en Barcelona por los coautores, los profesores Antonio Ariño y Elena Sintes; el director de la Fundación Jaume Bofill, Ismael Palacín, y el secretario de la Xarxa Vives de universidades, Ignasi Casadesús. Los autores de la macroencuesta han preguntado a los estudiantes el nivel de estudios de los padres y sus empleos, para constatar que la universidad "camina hacia la equidad ya que más de un 40 % de los estudiantes consultados proviene de hogares y de un entorno familiar con bajo nivel formativo".

Otro 20 % son hijos de padres con un nivel formativo medio, lo que, sumado al 40 % citado daría que más de un 60 % provienen de hogares en los que los padres no tienen estudios superiores. El resultado de la consulta constata también que el 52 % de los estudiantes viven con sus padres durante el curso académico, lo que supone que los progenitores son los principales financiadores de los gastos de los estudios.

No obstante, el 22,8 %, casi una cuarta parte, de los estudiantes trabajan durante el curso y sufragan sus propios gastos, otro 5,7 % lo hace sólo durante las vacaciones, mientras las becas sólo contribuyen a pagar los estudios en un 13 % de los casos. Sobre cómo llegan los jóvenes a la universidad, un 18 % de los consultados lo hicieron a través de la formación profesional, una vía que usan uno de cada cuatro estudiantes de origen socioeconómico bajo y sólo uno de cada ocho de los de origen social alto.

Sólo el 41 % de los estudiantes lo son a tiempo completo, y el 59 % restante ha de compaginar los estudios con un trabajo, de tipo intermitente (24 %), parcial (19 %) y completo (15 %). En el caso de los estudiantes a distancia, una amplia mayoría (65 %) trabaja a tiempo completo y no llegan al 10 % los que únicamente estudian. Antonio Ariño ha considerado que, vistos los resultados de la encuesta, parece que la implementación del Espacio Europeo de Educación Superior o Plan Bolonia "va en sentido contrario ya que las universidades requieren una dedicación al estudio a tiempo completo".

A su juicio, las universidades deberían poner a los estudiantes en el centro de sus decisiones, haciéndola inclusiva y favoreciendo la entrada a los mayores de 25 años o teniendo un sistema de información y orientación para los estudiantes que podría evitar los abandonos durante el primer año así como flexibilizar las opciones de estudio.

Otra medida imprescindible, ha considerado, sería un buen sistema de ayudas y becas a la altura de las necesidades familiares que permitieran la autonomía de los jóvenes, para que no todo el esfuerzo económico recayera en las familias y, por tanto, en las desigualdades sociales. "Esto influye en la elección de la carrera, el tiempo que se puede dedicar a estudiar y a la movilidad" de los estudiantes, a la hora de realizar estudios en el extranjero.