"Zamora es un paraíso para los ceramistas y alfareros porque se respeta el hacer tradicional", comenta Alberto Hernández, quinta generación de alfareros radicados en Villafranca de los Caballeros, quien asegura que "el público se interesa mucho por lo que haces" y "siempre compran" en función de las posibilidades del momento.

Este profesional es uno de los más de 40 artesanos que exhibe una pieza relacionada con la música en una muestra abierta en el Museo Etnográfico, en su entrada por la calle Corral Pintado hasta la jornada de San Pedro. "Me parece interesante exponer lo que hacemos unos y otros con un tema en común es un espacio como ese", asevera Hernández. "Es una buena iniciativa para dinamizar la feria", concreta Raquel Herrero venida desde Cantabria y que aporta una pieza en la que un hombre toca un instrumento de cuerda. Junto a esta creación conviven en la recepción del Etnográfico un udu, un instrumento de percusión de origen africano, varias ocarinas, un cántaro con su alpargata, zambombas, campanas y hasta un zapato decorado con motivos musicales.

Otra de las novedades de la XLV Feria de la Cerámica y la Alfarería reside en la realización ayer y hoy de una intervención de "esculturas corporales", creada por el ceramista Daniel Serna, con la que se tributa un homenaje a la mujer alfarera de principios del siglo XX. Enfrente del edificio de las Arcadas dos personas se convirtieron en esculturas corporales bañándose en barro líquido. A continuación ella se puso a trabajar en un torno mientras que el marido hizo un simulacro de cocción y ella vendió las piezas hechas. Este singular homenaje lo repetirán hoy sobre las 20.00 horas en el mismo marco.

Además, en la plaza de Viriato dialogan las piezas de Pereruela o de Moveros con los platos para los huevos rellenos, los tradicionales canarios y huchas de cerditos con singulares maceteros protagonizados por originales ovejas o vacas "locas"; ensaladeras de vivas tonalidades con imanes centrados en la indumentaria tradicional de la provincia desde la Viuda Rica de Toro pasando por el vestido carbajalino o el traje de Aliste. "Cada año descubres nuevas cosas", explica una asidua de la feria, seducida en esta ocasión por la aportación de un artesano desplazado desde una población cercana a Coimbra. "Me recuerda un poco la riqueza de los azulejos que hay por todo Portugal", señala.

En el espacio de Claudio Moyano el público puede descubrir desde interesantes elementos de decoración, entre otros grandes cuadros, relojes o esculturas hasta una curiosa frutería con productos de temporada como tomates, pimientos y hasta pequeñas ristras de ajo, realizadas por Helena López, profesional asentada en Villalar que está satisfecha por encontrarse en los puestos del Mirador. "Zamora es una cita muy interesante", apunta la ceramista mientras que su homólogo Juan Francisco Rodríguez, venido desde Béjar que regresa a tras una década de ausencia, enfatiza que "el ambiente sigue siendo el de siempre".