No todo es lo que parece. Con una feria de gran calidad no se esperaba la entrada tan floja con un ganado excelentemente presentado. No se esperaba tampoco un presidente tan magnánimo en la concesión de trofeos (a ver si levantamos la feria por un lado y la estropeamos por otro) ni tampoco se puede premiar con la vuelta al ruedo a un toro que rompió a embestir en los últimos tres minutos de faena y gracias a que tuvo un torero enfrente que le supo andar al principio por la derecha sin apreturas hasta que le enseñó el ritmo y la cadencia cuando se echó la muleta a la mano izquierda y fue acompasando el vuelo de la franela con el ritmo del toro. Tres series de naturales que fueron lo mejor de la tarde con diferencia y donde el público, festivo, rompió a aplaudir de manera diferente hasta esos momentos. Todo lo puso el diestro salmantino ya que si el colorado embestía lo hacía en la mayoría de las ocasiones con la carita alta. El final del trasteo fue de apoteosis con cuatro derechazos a cada cual mejor. pero la maldición de Juan del Álamo le sigue persiguiendo con la espada. Tres pinchazos antes de una entera hizo que el premio que era de dos orejas se quedara en vuelta al ruedo.

En el segundo, más de lo mismo. Un precioso saludo por verónicas rematadas con media de gran plasticidad dieron paso a un trasteo de más a menos ya que el toro se apagó muy pronto. También mató mal y perdió al menos un trofeo.

El zamorano Alberto Durán transmitió tranquilidad toda la tarde como si llevara cincuenta corridas. Saludó con una verónicas muy templadas rematadas con una revolera de rodillas. Llevó el toro al caballo galleando por chicuelinas; Un quite posterior también por chicuelinas, una ceñidísima,. Empezó el trasteo con ayudados por alto con los pies firmes en la tierra para continuar con series con la mano derecha templados y con gusto. Por el pitón izquierdo se acopló igual, hasta una última serie con naturales de frente lentos y pausados en los que el torero de Villamor se rompió y se vio ese estilo tan personal del zamorano. Un pinchazo hondo en todo lo alto dio paso a un descabello que pasaportó al enemigo.

En el sexto, las ganas de salir en hombros creo que le traicionaron y estuvo más atacado. El toro tenía complicaciones por el pitón izquierdo aunque los pases finales por ese lado le ayudaron a cortar la oreja que le abría la Puerta Grande, al igual que a Fernando Robleño, que cortó una oreja fácil en el primero al que pasó sin profundidades en su trasteo y otra más en el cuarto a cambio de recibir un varetazo cuando entraba a matar y que afortunadamente no pasó a mayores.