El periodista Carlos Dávila puso ayer el broche de oro al foro del periódico con la presentación de su último libro "Crónica canalla de la España cobarde".

-¿Qué se puede encontrar en su último libro, con un título tan sugerente?

-Para empezar utilizo el adjetivo canalla como sinónimo de mordaz y transgresor. Siempre he sido un cronista que cuenta las cosas que pasan así que este no es un libro de memorias, sino de memoria, de episodios que conforman una realidad de la España acobardada, que era capaz de vivir en la estabilidad del franquismo pero no en la libertad inestable de la democracia.

-¿Quiénes son esos denominados cobardes?

-Empiezo con la España que califico de "b", aquella que se movía durante el franquismo en una realidad diferente a lo que era la sociología del régimen, que deambulaba por otros ámbitos, que transgredía los usos y costumbres de la disciplina castrense. Y termino con la España de la derecha de ahora, que está acobardada, que tiene complejo de legitimidad de origen, como si fuera un vino en tetrabrick o un caviar de Béjar. Es una España que se amilana ante la izquierda arrasadora, estos nuevos profetas de la televisión que hacen su campaña prometiendo cosas que saben que son no solo irrealizables, sino nocivas, como el sovietismo. Esa es la España que yo critico.

-Con estos mimbres, ¿qué camino tomará el país de cara a las próximas elecciones?

-Como periodista no adivino el futuro, solo informo, pero creo que cualquier aproximación tiene que tener en cuenta que hay mucha gente ya con el voto decidido y que las campañas no servirán para nada porque se repetirán los mismos argumentos. Si tuviera que hacer una apuesta arriesgada diría que el PP ganará las elecciones con un resultado de en torno al 30% del porcentaje electoral, o sea, unos 130 escaños. El PSOE quedará segundo, porque todavía creo en la sensatez de la izquierda española. Podemos va a recibir un castigo mayor del que cree y Ciudadanos quedará exactamente igual. Esa es mi quiniela

-¿Podemos no se beneficiará de su unión con IU?

-IU se ha unido por un afán crematístico, porque su deuda asciende a siete millones de euros y la única fórmula que tiene para saldar esa deuda es asociarse a un partido como Podemos, que le ha comido la merienda. Podemos puede subir, pero no en los porcentajes que piensa.

-¿Qué opina de la actitud de Rajoy desde el 20-D?

-Rajoy es la biografía de un hombre tranquilo, un hombre calmado que cae una bomba atómica a su lado y pregunta qué ha pasado. Creo que a Rajoy no le juzgará, como digo en mi libro, Dios y la historia, como a Franco, pero sí le va a juzgar el tiempo en muy poco tiempo. Los analistas políticos aseguran que el periplo que ha seguido en estos meses ha sido muy acertado para él, aunque haya desesperado mucho al electorado de la derecha. Tenía que demostrar que era imposible la unión de la izquierda y lo ha conseguido.

-¿Era buen momento para que Albert Rivera viajara a Venezuela?

-Es curioso que haya descubierto este país tanto siglos después de Bolívar. En campaña electoral es muy corriente que cada uno utilice los resortes que quiera para conseguir votos pero ir a Venezuela no tiene sentido, creo que lo que ha hecho, amparado por el oficialismo impecable del gobierno, ha sido una demasía. Primero, porque ha llegado tarde y segundo, porque los partidos de la oposición no se deben entrometer en lo que debe hacer un gobierno respecto a otro.

-¿Cómo valora la situación en Europa con el auge de la extrema derecha?

-Es curioso que en Francia, Alemania y Austria resurja la extrema derecha y al sur renazca una izquierda soviética que nunca había aparecido. Las causas son las crisis, el malestar social, la falta de oportunidades para los jóvenes y, básicamente, el desengaño de Europa. No está entrando como gran tema de la campaña electoral el hecho de que votaremos tres días después de que Gran Bretaña decida si permanece en la Unión Europa. Si son tan insensatos de marcharse, Europa se acaba y todas las posibilidades de protegernos bajo su paraguas se terminan. Estamos viviendo una nueva época y lo que más me preocupa es que todavía haya gente de que no se haya enterado de que los mal llamados populismos puedan ser una reedición del sovietismo y que surjan partidos de ultraderecha que nunca han producido ningún bienestar a la sociedad. La gente debe agitarse con su voto para que esto no se haga carne dentro de un mes.

-En esta época tan convulsa, ¿qué papel deben tener los periodistas?

-Los periodistas no podemos renunciar a informar, afecte a quien afecte. Cuando se nos llama agitadores sociales no nos tiene que molestar, porque lo somos. Y mi libro es, en este sentido, agitador, muevo a la derecha a que salga de su madriguera, se enfrente a una realidad que es muy hostil frente a la izquierda.