Es el "zamorano" en Génova, el número tres del partido y, ahora en plena campaña, el hombre que organiza al PP para tratar de encumbrar a Rajoy a la reelección. Fernando Martínez-Maíllo, presidente del PP provincial y expresidente de la Diputación, es un político curtido en el debate y, sobre todo, en la estrategia, unas cualidades que no han pasado desapercibidas para los máximos responsables populares. El 20-D también hay mucho en juego para él. En Zamora encabeza la lista al Congreso de los Diputados.

-Es raro el día en que no le vemos en medios nacionales o recorriendo el país de punta a punta con el candidato del PP a la presidencia, Mariano Rajoy. Eso le convierte en un buen termómetro. ¿Qué percibe en esta campaña a unas elecciones calificadas como históricas?

-Lo que me sorprende, y de forma muy grata, es que se hace una campaña en la calle y los tradicionales mítines han pasado a un segundo lugar. La calle, mal que les pese a muchos, es de todos, y por supuesto también del PP. Estoy convencido de que hay más personas en la calle que se acercan a Rajoy que afiliados en los mítines. Ese sí es un buen termómetro. Se trata de un nuevo escenario que con anterioridad, en plena crisis, no se hubiera producido.

-El escándalo del exdiputado popular por Zamora, Gustavo de Arístegui, actual embajador de España en India, no ha podido llegar en peor momento para ustedes, con las elecciones a la vuelta de la esquina.

-Respecto a este asunto solo cabe destacar la rapidez, prontitud y contundencia con la que ha actuado el PP al abrir dos expedientes. La oficina de conflicto de intereses e incompatibilidades fue una medida aprobada solo con los votos del PP. El segundo día, tras conocerse estas posibles incompatibilidades, ya se abrió expediente disciplinario para comprobar si efectivamente es así.

-Pero esa compatibilidad tenía el visto bueno del Congreso de los Diputados.

-La compatibilidad se aprobó por parte de todos los partidos, y el PP lo que quiere ahora es comprobarlo internamente. Esclarecer lo ocurrido y saber el alcance de las actuaciones de estas personas.

-Por primera vez se cuestiona en algunas encuesta el segundo diputado nacional del PP en favor de alguna de las formaciones emergentes, como Ciudadanos o Podemos. ¿Ha hecho ya sus cálculos? ¿Le salen?

-Zamora es una provincia pequeña y estos debates creo que se plantean más desde la opinión pública nacional que al calor de los zamoranos, que conocen muy bien al Partido Popular. No hay nada ganado ni nada perdido. Y el PP tendrá sus dos diputados nacionales como hasta ahora.

-El líder de Podemos, Pablo Iglesias, inició su campaña en Villaralbo en un claro guiño a los ámbitos rurales. ¿Qué le pareció?

-A zamorano y a zamoranismo el señor Pablo Iglesias no me gana, porque yo sí que tengo una relación constante con mi provincia. Que inicie la campaña en un pueblo que ni conoce... Solo veo intencionalidad política.

-Ciudadanos se ha hecho con parte del electorado del PP y eso es una realidad. ¿Qué mensaje lanza ante ello el vicesecretario de Organización del PP?

-Primero que Ciudadanos es un partido unipersonal y no hay más que ver los carteles en Zamora, donde se oculta a los electores el rostro del candidato local, cuestionado por sus propios cargos. Precisamente concejales y militantes de Ciudadanos en Zamora me han llamado para ofrecerme todo su apoyo en las elecciones y que gane el PP. En Zamora, Ciudadanos es una franquicia familiar indefinida, y votar a esta formación es jugar a la ruleta rusa. Desde luego Ciudadanos no se merece ni un solo voto en la Zamora rural, cuando lo que proponen en hundirla. Si no existiera la Diputación habría 70 millones de euros que no estarían en la provincia; que podrían llegar o no, pero que de entrada no estarían, y dependeríamos de pedir a la Junta y al Gobierno central. Ciudadanos tiene un líder de plastilina que amolda su mensaje según convenga. No se puede ir a presidente de Gobierno para aprender solo porque se le den bien las tertulias.

-Nadie quiere hablar de pactos, pero la intención de voto da por descartada una mayoría absoluta y abre por lo tanto ese camino de posibles acuerdos tras los comicios. ¿Es su mayor temor?

-Tiene que gobernar la lista más votada, eso piensa el PP y lo deberían respetar el resto de partidos. En algunas declaraciones he visto ya claro ese hipotético tripartito, un peligro para España y que rompería la tradición de que gobierne quien obtenga más votos. Desde luego el PSOE pactaría con cualquiera, porque ahora está pagando precisamente sus pactos para apoyar a Podemos en los ayuntamientos.

-Un gobierno en minoría es también un gobierno débil. ¿Estarían preparados tras disfrutar de los sabores de la mayoría absoluta?

-En el PP somos capaces de gobernar en minoría con capacidad de diálogo y pactos concretos, pero para dialogar al otro lado tiene que haber alguien con esa misma capacidad. Por nuestra parte, el esfuerzo de entendimiento con todos los que quieran seguir trabajando por el bienestar de este país va a ser máximo.

-Con unos malos resultados y la presión de partidos como Ciudadanos, que no quiere a Rajoy, ¿se entendería que el PP cambiara de candidato, y optara, como se sugiere desde hace semanas, por Sáenz de Santamaría?

-Se trata de meras especulaciones. De hacer ese cambio hablaríamos de un fraude político a toda la sociedad. El candidato que ha transformado el país se llama Mariano Rajoy. Ha podido tener algún error, pero son sus aciertos lo que ha hecho que la crisis se supere poco a poco. Nuestro principal aval para ganar las elecciones es su gestión durante estos últimos cuatro años. Hablar de otro candidato es inaceptable.

-¿La designación de Clara San Damián como candidata al Senado es un premio tras quedar en la oposición municipal?

-San Damián ganó las elecciones y si no gobierna es por un pacto. Se lo merece y va a ser muy útil para Zamora y para el Ayuntamiento, porque al alcalde, Guarido, ya vemos que no sale más allá del Alto de los Curas. Las gestiones con el Parlamento las hace Mayte Martín Pozo, y ahora Clara también podrá ejercer perfectamente ese papel tan necesario de enlace.