El nuevo escenario político, en el que todos los expertos y encuestas auguran la ruptura del bipartidismo, podría propiciar un reparto distinto de los tres escaños en liza en el Congreso, de confirmarse la tendencia al alza de los votos dirigidos a los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, en detrimento del PP o del PSOE, según las distintas alternativas que manejan los analistas estos días.

Hace cuatro años, el PP consiguió dos de los tres diputados sin dificultad: con el viento favorable tras los últimos años del PSOE de Zapatero los populares, que han mantenido la hegemonía en todas las convocatorias nacionales en Zamora desde 1986, consiguieron el 57,85% de los votos. Un porcentaje que, con el partido en horas bajas y a pesar de que ciertos sondeos le otorgan cierto repunte al calor del movimiento secesionista de Cataluña y el convulso clima internacional tras los atentados de París, será difícil de repetir. Con un menor porcentaje de voto del partido, al que todos los datos demoscópicos siguen indicando como ganador de los comicios, y presencia de otras fuerzas políticas en el reparto de la tarta electoral, algunos expertos entienden que la ley D'Hondt no favorecería directamente a los mayoritarios, sino a los más votados.

En este sentido son varios los escenarios que se dibujan, aunque todos parten de la misma premisa: el PP será el partido más votado y, sin esperar a lo que digan las urnas, se da por hecho que conseguirá el primer diputado, en este caso, el escaño que sería asignado al cabeza de lista, Fernando Martínez Maíllo. A partir de ahí, el reparto de los "restos" al aplicar la ley D'Hondt dependerá del porcentaje que logre esta vez el Partido Popular. Con ese casi 58% de sufragios obtenidos, el siguiente diputado sería para el segundo partido más votado y el tercero para quien supere un porcentaje salido de las sucesivas divisiones de los sufragios, según el sistema aplicado en el reparto. Hace cuatro años, llevarse el tercer diputado, a través de los denominados "restos" de la ley D'Hondt exigía alcanzar un 22% de sufragios. Solo el PP llegaba a un listón tan alto.

Pero la entrada de nuevos partidos puede modificar una situación repetida desde hace casi 30 años en Zamora. Para ello tendría que descender lo suficiente el porcentaje de voto del PP como para que, a su vez, lo hiciera el resultado necesario para arañar uno de los tres diputados en liza. Si se siguen las tendencias marcadas por las encuestas nacionales, y según los analistas demoscópicos, en el caso hipotético en que el PP descendiera por debajo del 40%, el tercer diputado estaría al alcance de quien consiguiera llegar al 18% de los votos, lo que podría ocurrir si se cumplen lo que auguran los sondeos a nivel nacional que sitúan en la horquilla del 15 al 18% lo que podría conseguir Ciudadanos y, en menor medida, Podemos.

De esta forma, el resultado de las elecciones podría desembocar en el reparto de escaños entre tres partidos, algo que en Zamora no ocurría desde 1982. En el año del "cambio" con un pujante Felipe González, la población de Zamora aún no había bajado de los 200.000 habitantes y eran cuatro los disputados en la circunscripción. Es también la única vez que los socialistas zamoranos se alzaron con la victoria en unas generales. En las elecciones de 1986 se repartieron dos escaños para el PSOE y otros dos para la coalición de AP-PDP y UL. En 1989, el descenso de población dejó a Zamora solo con tres representantes en la Cámara Baja y, desde entonces, el PP mantiene la hegemonía ahora cuestionada por algunos de los ""gurús demoscópicos" que no han dudado en señalar que, en el panorama extremadamente volátil que vive hoy la política española, el peso de provincias pequeñas será superior al de las más grandes donde los movimientos no serán tan evidentes.

Pero hay quien ve este escenario si no imposible, improbable. Primero, porque las últimas encuestas apuntalan la recuperación de voto del PP. Fuentes internas de los populares consideran que bajar del 40% en Zamora sería una hecatombe difícil de contemplar. En primer lugar porque el suelo de la formación en las autonómicas del pasado mes de mayo se sitúa en el 41%, y desde entonces el partido ha ido recuperando posiciones en las encuestas. Basándose en esos mismos resultados, los autonómicos, los partidos emergentes tendrían que conseguir un resultado apabullante, sobre todo Ciudadanos, que tendría que subir del 7,75% obtenido en mayo y casi triplicar resultados. Más cerca lo tendría, en teoría Podemos, que podría aglutinar el voto de izquierda, y en particular el de la oposición a una hipotética intervención directa del Ejército español en Siria. El "no a la guerra" ayudaría a Podemos, que sin embargo casi tendría que doblar votos del 11,9% logrado en las autonómicas. Un porcentaje que ya le costó el disgusto al PP que perdió su quinto procurador en beneficio de la fuerza liderada a nivel nacional por Pablo Iglesias. El perjudicado esta vez podría ser el PP, pero también el PSOE si desciende por debajo del 20%. Otro cataclismo que los socialistas esperan evitar, porque ello significaría quedarse por primera vez sin representación en Zamora.

Los "gurús" de los partidos mayoritarios apuestan por un reparto idéntico al de hace cuatro años basándose, sobre todo, en el voto fiel que tanto socialistas como populares cosechan en los pueblos de la provincia y consideran falaz la teoría de que esta vez las circunscripciones pequeñas tendrán mayor poder de decisión que las grandes ciudades. Pero como opiniones hay para todos los gustos, otros estudios demoscópicos publicados estos días citaban a 81 pueblos de toda España como señaladores de quién gobernará a partir del 20D, porque los resultados eran reproducibles a escala. Mesas electorales en estudio como para los americanos resulta el caso del estado de Ohio, que siempre determina quién será el presidente. De esos 81 pueblos, cuatro son zamoranos: Villaralbo, que tiene alcaldesa de IU desde mayo, Arcenillas, gobernado por Adeiza, El Pego, por el PP y Cañizo por una agrupación independiente. Los resultados de las municipales no dan, por tanto, ninguna pista. Al final, como suelen decir los propios políticos, habrá que esperar a la noche del 20 de diciembre para conocer la encuesta real.