Rajoy acumula todos los énfasis en su monodiálogo de investidura, infla los pulmones y suelta que se necesita “un Gobierno en disposición de gobernar”. ¿Acaso los hay de otro tipo, no gobiernan los Gobiernos por definición? El presidente en funciones no ha leído un proyecto ejecutivo sino electoral. Efectuó un discurso de campaña, disimulando apenas su íntima frustración ante un vuelco que le impide continuar en solitario. Según es norma en los mitines, cabalga por las contradicciones sin sonrojarse.

Si “los españoles han señalado su preferencia por el PP”, ¿por qué no se limita a renovar su contrato de alquiler en la Moncloa, sin tener que compartirlo con numerosos socios? Abomina de una opción alternativa “de mil colores”. Olvida que la suya contempla mil y uno, en Asturias, Navarra o Aragón, por no hablar de sus deseados Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y PSOE. Policromático, sin duda. Sin embargo, no las tiene todas consigo, por lo que desacredita a los nacionalistas catalanes en un intento de dinamitar una intentona de Pedro Sánchez.

Sería más lógico concluir que “los españoles han señalado su preferencia” de que el PP no gobierne bajo ningún caso en solitario, pero Rajoy está en campaña y no atiende a minucias. Se remite a una frase de Sánchez en su frustrada investidura, “España necesita un Gobierno”, para exigir que ahora se haga realidad. Se olvida de que votó en contra de aquel Gobierno imprescindible. Debería corregirse en que “España necesita un Gobierno presidido por mí”, pero en los mitines solo impera la regla de enardecer a los forofos. Además, incurre en la flagrante contradicción de asegurar que los macrodatos económicos funcionan a la perfección, a pesar de que no hay un Gobierno. O gracias a que no lo hay.

Rajoy finge quejarse de que está “limitado”, pero en realidad ha consolidado su situación ideal. Vivir en La Moncloa al tiempo que se desmarca de cualquier responsabilidad, porque solo se encuentra en funciones. Se jacta de que nunca hubo mayor diferencia en un recuento electoral entre el primer y el segundo partido, “salvo en casos de mayoría absoluta”, que son nada menos que cuatro. Pero olvida además que ha obtenido los dos balances más pobres de su partido y de la mayoría minoritaria en unas elecciones democráticas.

Rajoy promete “un Gobierno con gran base parlamentaria”, olvidando que su pacto con Ciudadanos solo es de investidura. Y su discurso de campaña recuerda que los votantes “han pedido con claridad que gobierne el PP”, cuando solo han pedido que gobierne quien alcance los 176 votos en el Congreso según la ley. Su opción por supuesto es “la más respetuosa” con el resultado de las urnas, y debe imponerse sin la mínima concesión a presuntos socios. Es raro que a un especialista en deportes le cueste entender que se pueden ganar más juegos que el rival, y perder el partido de tenis. O que se pueden marcar más goles que el adversario a lo largo de la Liga y perder la competición. En la votación del miércoles empezará a padecer esta aparente contradicción, pero no a aceptarla.