El menor de edad que este miércoles agredió con un fuerte puñetazo al presidente del Gobierno Mariano Rajoy ya publicó hace un año en su cuenta de Twitter mensajes amenazantes contra el Partido Popular, además de otros polémicos comentarios.

"Voi a hacer un atentado en sede del PP" (sic) o "PUTOS PP ladrones de mierda q dimitan de una puta mariano la berguenza de pontevedra" [sic], fueron algunos de los tuits que publicó hace un año en Twitter.

"Sionistas, mercenarios hijos de puta sois lo peor de la humanidad hojala que os cojan a todos y os torturenen sin piedad hasta que enlocezais (sic)", era otro de sus mensajes en los que abundan las faltas de ortografía.

Pero este joven también tiene mensajes propios escritos por él como el que publicó el 6 de noviembre: "Que putaa es España". En otro comentario amenazaba con pegar "un tiro en la nuca" a un conocido periodista o amenazaba con matar a una mujer no identificada a la que dedicaba graves insultos.

Andrés de V.F. se definía en esta red social como antifascista y su foto de perfil era de Pasarón, ya que es miembro de Mocidade Granate, un grupo de seguidores del Pontevedra Club de Fútbol, que negó que el menor fuera socio de la entidad. Mocidade Granate se desmarcó ayer, también a través de las redes sociales, de la agresión a Mariano Rajoy.

El autor del puñetazo no tiene antecedentes, según ha informado el Ministerio del Interior a través de un comunicado en el que da cuenta del arresto del sujeto por parte de la Policía Nacional.

El Departamento que dirige Jorge Fernández Díaz confirmó anoche que el menor cuenta con 17 años de edad y que su identidad responde a las iniciales de A.V.F., es de Pontevedra y fue trasladado a la Comisaría Provincial tras su arresto.

Posibles condenas

El joven detenido puede enfrentarse a medidas de internamiento en régimen cerrado en un centro de menores, en aplicación de la ley que regula la responsabilidad penal para mayores de 14 años, según apuntan juristas consultados que precisan, no obstante, que esta posibilidad es "improbable".

A la espera de que la Fiscalía califique los hechos, el agresor es previsible que sea acusado de la comisión de un delito contra la autoridad, castigado tras la reforma del Código Penal, que entró en vigor el pasado mes de julio, con penas de prisión de uno a seis años de cárcel y la imposición de una multa en el caso de aquellos que superen los 18 años. Otras fuentes apuntan a la posible comisión de un delito contra las altas instituciones del Estado.

Según explica la ley, las medidas de internamiento se reservan para aquellos casos que responden "a una mayor peligrosidad" que se manifiesta a través de la naturaleza "particularmente grave de los hechos cometidos". El objetivo prioritario de la medida, según explica la norma, es que el menor disponga de "un ambiente adecuado" que sirva para que "pueda reorientar aquellas deficiencias que hayan caracterizado su comportamiento antisocial".

La medida más dura

El régimen cerrado es, en todo caso, la medida más dura que puede aplicarse y los expertos consultados advierten que existen otras intermedias cuya aplicación será valorada por el fiscal y el juez de menores en quienes recaiga la causa. La norma define otros grados de internamiento, que pasan por el semiabierto y el abierto, la asistencia a un centro de día donde se realizan actividades educativas o la libertad vigilada.

También hay otras medidas más leves como la amonestación, en la que el juez manifiesta al menor las razones que convierten en algo socialmente intolerable su acto o la prestación de servicios en beneficio de la comunidad.

El agresor se enorgullece de la agresión

Tras su detención, el propio joven había afirmado que tenía 17 años de edad, según el testimonio de los empleados de la inmobiliaria en la que el agresor fue retenido por los agentes nada más producirse el suceso, hasta que fue trasladado a la Comisaría en un vehículo policial.

Los trabajadores del negocio inmobiliario han señalado también que durante el tiempo que permaneció en el local, el joven proclamó "consignas" contra la corrupción política y los recortes, con los que habría justificado su acción ante los agentes.

En el momento de su traslado, el joven salió escoltado del establecimiento, con la cabeza cubierta con una capucha, el rostro sonriente y alzando el dedo pulgar de una mano en señal de aprobación. Su salida fue aplaudida por una parte de las personas que se agolpaban en la plaza de A Peregrina, que coreaban lemas a favor de la "verdad", mientras que otro sector del público le increpaba.

Agresión

La agresión se produjo en torno a las 18,50 horas, cuando el joven, que según el presidente local del PP de Pontevedra, Jacobo Moreira, se había mezclado entre la multitud de personas que rodeaban a Mariano Rajoy junto a la basílica de la Peregrina para saludarle y hacerse fotos con él, le lanzó un puñetazo que sonó como un golpe seco y arrojó al suelo sus gafas, que se rompieron en varios pedazos, recogidos al instante por los miembros de la comitiva popular, mientras Rajoy se recomponía del golpe recibido.

Entre tanto, los agentes de seguridad que rodeaban al presidente se abalanzaron sobre el joven que, a pesar de forcejear, acabó en el suelo, completamente inmovilizado. Inmediatamente, lo levantaron y lo introdujeron en el local comercial de la inmobiliaria Pedrosa, situada a escasos metros.

Mariano Rajoy pidió "tranquilidad" a sus compañeros de partido, según Jacobo Moreira, mientras que la ministra de Fomento y cabeza de lista del PP por la provincia de Pontevedra, Ana Pastor, instaba a continuar el itinerario. Los dirigentes populares aceleraron el ritmo del paseo y se encaminaron hacia el hotel Rías Bajas, donde a los pocos minutos el presidente subió a uno de vehículos de la caravana popular, entre aplausos y vítores de las personas que le acompañaron hasta ese punto donde finalizó su estancia en Pontevedra.