"La exposición tiene un mensaje que el visitante ha de captar a través de las obras de arte, mediación plástica de nuestra fe". Las palabras del comisario de Aqva, José Ángel Rivera de las Heras, resumen el objetivo de la Fundación, cuyo equipo ha trabajado para adaptar la muestra al valor, fortalezas y limitaciones de los templos de Toro. La Colegiata es el epicentro de la vigesimoprimera edición de la exposición de arte sacro. El espacio sagrado de la iglesia mayor ha sido "transformado" en sala de arte mediante dos elementos, el azul intenso de los paneles que visten la piedra del edificio y una larga marea celeste, un pedazo del Mar Rojo, uno de los elementos más simbólicos de la propuesta.

El interior de La Colegiata recoge cuatro de los seis capítulos del discurso de Aqva, que hablan del agua como elemento de la naturaleza y origen de la vida; la salvación según el Antiguo Testamento; la figura clave de Juan el Bautista y, por último, el acercamiento de Cristo al agua.

El Pórtico de la Majestad encarna el paso del mundo terrenal al territorio de la salvación y, también, el final del primer capítulo y el inicio del segundo. En este espacio inicial, exento de mensajes teológicos, está gobernado por obras contemporáneas, una parte de ellas zamoranas. Como los bocetos de Eduardo Palacios para el cartel de Aqva, la pintura "Medium TenuereBeati de Carlos Piñel, la visión del "Atardecer" de Antonio Pedrero el retrato paisajístico del Duero y el barquero de Olivares del pincel de Enrique Seco San Esteban. Completan el espacio las fotografías de la ribera del Duero de Ángel Quintas y Luis Cortés, una pequeña muestra de la alfarería de Moveros y de Toro y las llamativas pinturas "Ondarreta", de Clara Gangutia, y "Rosas de Ávila", las flores recibidas por el extraordinario Antonio López por sus visitas como profesor a Ávila.

El paso del Pórtico de la Majestad lleva al visitante por las páginas del Antiguo Testamento. Es el acceso a la nave central de la Colegiata de Toro, donde se vive la historia de la salvación, tal y como desgranó Rivera de las Heras. En el camino, piezas como la "estela solar" del zamorano Coomonte o la representación en piedra policromada de Noé abren el espacio dedicado a capítulos como el mismísimo Diluvio Universal.

En cada muestra, la Fundación se reserva una sorpresa, un efecto audiovisual que en este caso tiene un ejemplo muy original en el "tableau vivant" junto al presbiterio de Santa María la Mayor. Se trata de un panel con vida, en el que los antiguos personajes del Diluvio van cambiando hasta transformarse en protagonistas del mundo del siglo XXI. "Los personajes del Antiguo Testamento se transforman, por ejemplo, en los refugiados que huyen de su tierra y buscan un mundo mejor", explicó el comisario de la muestra.

Y también, en toda edición de Las Edades hay un punto culminante. En este caso, dentro de la Colegiata y toda la exposición, un magnífico Crucificado suspendido sobre el espacio más sagrado de Santa María la Mayor.

Se trata de Cristo, quien, al ser traspasado por una lanza en la cruz, despidió sangre, pero también "agua". La obra pertenece a la iglesia de la Santísima Trinidad de Toro.

El Crucificado cierra el segundo capítulo y da paso al cuarto. Las Edades ha transformado la sacristía en un espacio diáfano que recrea la vida de Juan el Bautista, desde su nacimiento hasta su vida adulta y el bautismo de Jesús. "No hay hombre nacido de mujer mayor que Juan el Bautista", dijo Jesús. Y a fe que el espacio monográfico es uno de los momentos más sobresalientes de Aqva, con obras de artistas de muchos quilates.

"Al Bautista se le representa con la cruz, la túnica de camello, el manto rojo de su martirio y el cordero, porque cuando Jesús lo vio dijo: ese es el cordero que quita el pecado del mundo", reveló Rivera de las Heras. Las representaciones de un Juan niño -como una de las piezas lusas de la muestra, que procede del Museo de San Roque de Lisboa- dan paso a algunas obras extraordinarias, como la de Gil de Ronza, del siglo XVI, y sobre todo, la escultura en piedra policromada de Juan de Juni y otra en madera de su seguidor Juan de Montejo. Toman el testigo Gregorio Fernández y Esteban de Rueda, quien "junto con Sebastián Ducete son los dos escultores protobarrocos que crean la Escuela de Toro", precisó el delegado diocesano de Patrimonio. También hay una tabla con la firma de Lorenzo de Ávila y otra de Pedro Berruguete que conducen al siguiente capítulo. Obras contemporáneas como las de Javier Carpintero -uno de sus habituales montajes de fragmentos de madera- y Alberto de la Torre Cavero se mezclan con la tabla Martirio de san Juan Bautista, de Fernando Gallego.

Ahí acaba el capítulo "Los cielos se abrieron" y arranca el último episodio entre los muros de la Colegiata de Toro: "Cristo, fuente de agua viva". Es la relación del Mesías con el líquido elemento, plasmado en obras de primer nivel que conducen al espectador hacia el final de la primera parte del recorrido.

Rivera de las Heras puso el énfasis sobre dos piezas: el Lavatorio de los pies, de Juan de Anchieta, y el Lavatorio de Pilato, de Jacques Bernal, que pertenece a la iglesia de Santo Tomás Apóstol de Villanueva del Campo. El comisario advirtió representados dos comportamientos que "todavía hoy se dan". Se refería a quien cumple la deuda con el prójimo, a través del pasaje del lavatorio de los pies a los discípulos que escandaliza a Pedro, y, más evidente, a quienes "se lavan las manos", como Pilato, y no hacen frente a las situaciones complejas del día a día.

Los organizadores han dejado un conjunto magnífico para la despedida del templo mayor. Ya advirtió José Ángel Rivera de las Heras que la restauración que más le había sorprendido -han sido intervenidas una treintena de piezas con una inversión superior a los 100.000 euros- había sido la "transformación" del Calvario de la iglesia de San Martín de Tours de Pinilla de Toro. El conjunto lo forman las obras de Juan Ducete -el Crucificado y San Juan- y Sebastián Ducete, autor de la Dolorosa. "Tienen una calidad excepcional", aseveró el comisario. Porque han recuperado su impronta original y, a expensas de la restauración del retablo al que pertenecen, regresará a Pinilla de Toro para disfrute de los feligreses.

La última sala también guarda espacio en sus muros para obras como la solicitada a Antonio Martín Alén "Aparición a los discípulos en el mar de Galilea" o una miniatura del grupo imaginero "La Sentencia", obra de Ramón Núñez, que desfila cada tarde del Jueves Santo por las calles de Zamora, la representación más evidente de la relación entre arte y Semana Santa. Desde allí solo queda cubrir los metros que separan la Colegiata del Santo Sepulcro para finalizar la experiencia de Aqva.