El gran reto de las empresas consiste en saber detectar a aquellos potenciales trabajadores que mejor rendimiento laboral van a desarrollar en la compañía. Uno de los métodos de selección utilizados más habitualmente es el Cociente Intelectual o CI, una medida clásica de la inteligencia que habitualmente se ha asociado con un mejor rendimiento y una mayor capacidad de aprendizaje y comprensión. Sin embargo, la publicación en 1996 del libro 'Inteligencia Emocional' de Daniel Goleman llevó a repensar las habilidades que se deben tener en cuenta.

"Todas las empresas lo que buscan es la rentabilidad", indica Victoria Alzamora, experta en recursos humanos. "Los responsables de selección ya no valoramos solamente en nuestros empleados el nivel de inteligencia, la formación o la experiencia previa, sino también el modo en que son capaces de relacionarse con ellos mismos y con la empresa, porque eso añade valor a la compañía".

Ya no importa cuántas titulaciones tienes si no posees, además, ciertas habilidades emocionales que te permitan relacionarte adecuadamente con tu entorno y desarrollar tu conocimiento en equipo. Es por ello que cada vez más las empresas valoran la presencia en los candidatos de habilidades como el trabajo en equipo, la asertividad, la adaptación al cambio y la flexibilidad ante situaciones novedosas.

¿Son irrelevantes entonces otras variables como el CI a la hora de ser un buen trabajador? Por supuesto que no, pero tal y como afirma Daniel Goleman solo aquellos empleados que tienen unos altos Cociente Intelectual e Inteligencia Emocional pueden llegar a ser empleados estrella, y solo la combinación de ambas da como resultado el cóctel perfecto, el empleado '10'. Por tanto, para mantener un empleo y tener opciones de promoción, los trabajadores deben incluir la IE como un objetivo de formación más en su carrera profesional.

Aumentar capacidades

La labor de las empresas no es solamente buscar futuros empleados con este perfil, sino también aumentar estas capacidades en los empleados que ya están en la empresa. La formación interna ha pasado de centrarse únicamente en la mejora de los procesos a dar también importancia a los aspectos socioemocionales de las personas.

"Programar formaciones que incidan en el aspecto emocional de los empleados produce mejoras en la motivación, clima laboral, comunicación, responsabilidad, liderazgo, eficiencia y eficacia y adaptabilidad. En definitiva, aumenta el rendimiento de la empresa y la satisfacción de las personas que la forman", indica Victoria Alzamora. De hecho, los programas de liderazgo a directivos de las empresas suelen incluir módulos enfocados a aumentar su competencia emocional para ser líderes más eficaces, mejorar su cercanía y relación con los empleados y aumentar el rendimiento de la empresa.

Mejorar la inteligencia emocional

Al contrario de lo que ocurre con el CI, la IE puede desarrollarse con entrenamiento y con las pautas adecuadas. Las empresas del futuro deberán prestar atención no solo a la formación académica de su equipo humano, sino también a su formación emocional. Ante dos candidatos que presenten un currículum igual o parecido en cuanto a lo académico, deberán evaluar como empresa cuál de los candidatos posee mejores habilidades sociales, de autocontrol, de toma de decisiones, etc.

Además, es importante que en la programación formativa de las grandes empresas se preste atención a aspectos relacionados con la educación emocional, ya que generarán beneficios de manera directa y, además, mejorará el clima laboral en la empresa y la salud mental de sus trabajadores.