Los millennials, profesionales nacidos entre los 80 y los 90, copan hoy el 40% de las vacantes de empleo en España. Las empresas deben concienciarse de que, si quieren captar y retener su talento, el salario se suma a la flexibilidad como incentivo clave.

El talento es un recurso escaso y reclutar jóvenes profesionales resolutivos y con aptitudes es una clave de competitividad presente y futura. Los nuevos profesionales mantienen hoy diferentes expectativas laborales, y a diferencia de generaciones anteriores, la flexibilidad gana peso como incentivo y dan gran importancia a valores extrínsecos como la imagen o el ocio.

La empresa debe cultivar culturas inclusivas y estrategias que promuevan la confianza y la ambición de los más jóvenes sin dejar de lado la valoración de la experiencia de los veteranos, que suelen gozar de fortalezas propias de su generación, como son un mayor sentido de la responsabilidad, respeto de la jerarquía, disposición para el trabajo duro (repetitivo o extraordinario), atención, fiabilidad, precisión o lealtad a la empresa.

Los expertos definen a la nueva generación de profesionales como personas creativas, trabajadoras y exigentes a las que no les importa abandonar un puesto de trabajo si no cumple con sus expectativas, no solo salariales, sino de emociones, bienestar y crecimiento, tanto el plano personal como profesional. Para retener y desarrollar el potencial de estos trabajadores, las organizaciones deben conocer sus inquietudes y cómo enfocan el cambio de empleo en el desarrollo de su carrera profesional, para de esta forma proporcionarles un plan acorde a sus expectativas.

Fuente: ADP Workforce View in Europe 2017

En esta línea, deben ofrecer un salario emocional o beneficios no monetarios que permitan satisfacer y fidelizar al trabajador. Se trata de potenciar el desarrollo personal y profesional, la conciliación de la vida laboral y familiar (flexibilidad horaria, realizar actividades ocio fuera de la empresa, etc.); la gestión de un buen clima laboral; la posibilidad de promoción dentro de la compañía; el fomento de la integración de los empleados como pieza clave de la organización; la participación en la toma de decisiones; escuchar las propuestas de mejora e ideas; o el reconocimiento de logros con incentivación.

Hay que tener en cuenta que el valor que los jóvenes profesionales otorgan hoy a los trabajos de alta implicación en los que cuentan con el apoyo de la alta dirección es mayor que en generaciones anteriores, cuyas carreras evolucionaban principalmente en organizaciones jerárquicas con patrones predecibles de promoción en la compañía.

Los más jóvenes aprecian en mayor medida el trabajo en equipo, necesitan y requieren continuos feedbacks y su relación con la tecnología es del todo natural. Quieren evolucionar, soportan mal las rutinas, y generalmente no funcionan bajo una estructura de gestión excesivamente rígida. Prefieren colaboraciones más abiertas que les permitan compartir información y que todo el mundo pueda contribuir a la toma de decisiones. Cuando no reciben suficientes respuestas sobre su rendimiento o consideran que sus cometidos no se corresponden con sus habilidades, estos profesionales son también más propensos a buscar otras oportunidades fuera de su organización.