El petróleo ha cerrado el 2015 y arrancado el 2016 con una nueva tendencia clara a la baja, que con algunos repuntes puntuales, está removiendo todas las bases del mercado energético mundial con una trascendencia que se extiende a casi todos los ámbitos financieros y económicos, pero en el que se mueven muchos intereses políticos y geoestratégicos. El fin de las sanciones a Irán es un punto más en este difícil mapa.

Mientras que el mundo mira con preocupación los ensayos nucleares de Corea del Norte, otra de las preocupaciones sobre el uso de energía nuclear con posibles fines militares ha finalizado en Irán. Aunque el principio de acuerdo se cerró el año pasado, es ahora cuando se han puesto fin a unas sanciones que ahogaban económicamente a Irán. Entre las principales consecuencias encontramos:

-Los bancos iraníes tienen ahora derecho a abrir sus sucursales en los países europeos, y los bancos de la Unión Europea, a su vez, pueden operar en la República Islámica.

-También se han acabado con las restricciones financieras y comerciales no sólo en Europa, también en Estados Unidos, lo que llevará a que se multipliquen los negocios cruzados.

-Un gran beneficio económico para Irán será el desbloqueo inmediato de 50.000 millones de dólares que tenía congelados en cuentas en el extranjero, especialmente en países asiáticos

-Pero lo principal es el fin de las restricciones a la exportación de petróleo.

El petróleo de Irán y el mercado actual: un encuentro difícil

La entrada en el mercado de un país productor tan importante siempre condicionará el precio del combustible, pero la cuestión recobra mucho más importancia por la coyuntura del mercado actual donde estamos viendo precios que no veíamos desde hace décadas. A diferencia de la caída brusca del año 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers y la entrada en recesión global; en el 2014 se inició un descenso menos brusco pero más sostenido -de hecho vimos una recuperación de precios en 2015 por razones variadas y muy distintas- tanto en la oferta como la demanda.

Por un lado, los grandes demandantes de petróleo, especialmente China, redujeron sus necesidades (la Agencia Internacional de la Energía falló en sus previsiones de crecimiento global) en un momento en el que la oferta se había disparado especialmente por la aportación del petróleo de esquistos, o petróleo shale, en Canadá y en mayor medida de Estados Unidos. Este tipo de petróleo se produce tras un proceso químico sobre arenas bituminosas, por lo que es un proceso caro y aunque cada vez se abaratan costes sólo es rentable cuando el precio del barril es elevado. Aun así, su extracción masiva es una amenaza para los grandes productores clásicos, como es Arabia Saudí.

Arabia Saudí ha actuado tradicionalmente como “amortiguador de precios” gracias a ser, junto a otros países de su entorno, el país que produce más barato y que por tanto puede aguantar mejor los vaivenes del precio del barril, pero en estos últimos meses ha dejado de intervenir, para por distintos motivos dejar caer el precio del crudo a mínimos no vistos en los últimos años. Con ello, el petróleo se ha movido siempre por encima del nivel de coste para Arabia Saudí, es decir no ha perdido dinero, pero si ha perjudicado a productores que lo hacen mucho más caros, como Estados Unidos y su petróleo de esquistos, que ha visto desplomarse el número de licencias de extracción y dificultad incluso para sacar este petróleo al mercado.

¿Qué hará Irán con esta coyuntura?

Irán no puede permitirse dejar de vender, aunque sea barato e incluso por debajo de su coste de extracción, que es más alto que Arabia, pero por debajo de muchos países. Por ello, si no hay más movimientos contrarios, el movimiento del precio volverá a ser a la baja. Irán necesita vender para recuperar divisas y Arabia Saudí, en pleno conflicto geopolítico entre chiitas y sunnitas (que hace pocos días llegó a su máxima expresión con la ejecución de un clérigo chií en Arabia y los posteriores incidentes en la embajada de este país en Teherán y el cierre de legaciones diplomáticas) no tendrá motivos para cortar producción que eleve los precios y ayude a Irán. Por todo ello, la presión de los precios por la vía de los productores con la incorporación de Irán será a la baja.

Pero no debemos olvidar la otra parte, la demanda. Las noticias tampoco son halagüeñas y hacen pensar en que el petróleo suba. China crece a su menor ritmo en 25 años y con ello, hay pocos incentivos a que aumente un consumo de productos energéticos. Es más, en la fecha en la que estamos, con las temperaturas más bajas en el hemisferio norte, es tradicionalmente un momento de repunte de precios, pero la tendencia está siendo a la baja. ¿Hasta cuanto? Más allá de los 20 dólares es bastante improbable, en ese nivel, Arabia y sus socios del Golfo Pérsico empezarían a perder dinero. Y una cosa es expulsar la producción de países como Estados Unidos o perjudicar a Irán y otra muy distinta perder dinero por sus propias exportaciones.