La Unión Europea (UE) aguarda hoy con expectación el resultado del referéndum convocado este domingo por el Gobierno heleno, que marcará tanto el futuro de Grecia como sus relaciones con los Veintiocho.

El interminable tira y afloja que durante cinco meses de negociaciones han tenido Grecia y sus acreedores, dio un giro inesperado el pasado 26 junio, cuando el primer ministro griego, Alexis Tsipras, calificó de "chantaje" la última oferta de los socios y anunció la convocatoria de un referéndum sobre la misma.

Tsipras dejó claro que haría campaña por el "no" a las propuestas de los acreedores con el objetivo, explicó, de dar una posición de fuerza a Grecia en las negociaciones de un nuevo rescate.

La consulta, y sobre todo la manera de plantearla, no ha sido bien acogida en general en la UE, y en particular en los países de la Eurozona, cuyos ministros de Finanzas (Eurogrupo) acordaron, como defendía Alemania, interrumpir las negociaciones con Grecia hasta después de conocer el resultado del referéndum.

Las instituciones europeas han guardado silencio desde mediados de esta semana y asegurado que no se pronunciarán hasta conocer el resultado de la consulta de Tsipras.

No obstante, los responsables europeos han reiterado a lo largo de esta semana que las puertas de la negociación siguen abiertas a Atenas, y a la vez han hecho presión hasta el último momento para que los griegos voten "sí".

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha insistido en que lo que está en juego en el referéndum no es la última propuesta de los acreedores sobre un nuevo rescate a Grecia -que ya no es válida-, sino el futuro de ese país en la Unión.

"Les pido a los griegos que voten que sí, sea cuál que sea la pregunta, que voten que sí porque lanzarán un mensaje de que quieren seguir con la eurozona y la familia de la Unión Europea", dijo Juncker esta semana, al tiempo que afirmó que votar "no" significaría "que Grecia dice no a Europa".

Voten lo que voten, según ha dicho Juncker, las cosas no van a ser fáciles para el país heleno.

Incluso si hay un 'sí', tendríamos que afrontar una negociación difícil". En el caso de 'no', la posición de Grecia estará radicalmente debilitada", según el presidente de la CE.

Aunque todavía no está claro lo que pasará si sale el "si" o el "no", el país tendrá que hacer frente a "escenarios complicados", explica a Efe el analista político Vincenzo Scarpetta, del centro de estudios Open Europe.

"Una victoria del "sí" probablemente llevaría al Gobierno griego a dimitir, dando lugar a una crisis política y a la convocatoria inmediata de elecciones. Si ganara el "no", supondría un gran paso de Grecia hacia la salida del euro. Algunos países de la eurozona ya no querrían volver a la mesa de negociaciones", añade el analista.

"Pese a lo que Tsipras y (el ministro de Finanzas griego, Yanis) Varufakis, han estado diciendo a los votantes, Grecia tendría pocas probabilidades de conseguir una oferta sustancialmente diferente por parte de los acreedores tras un voto negativo en el referéndum", según el mismo experto.

Aunque desde Bruselas se dice que la zona euro está mejor preparada que nunca para afrontar un nuevo revés, nadie duda de que el temido "grexit", en caso de producirse, tendría un impacto negativo para la moneda única, que perdería su carácter "irreversible".

El "sí" facilitaría la vuelta a las negociaciones con Atenas para un tercer rescate, que podría quizá incluir la reestructuración de la deuda que tan insistentemente ha pedido el gobierno de Tsipras.

Pase lo que pase, Grecia y la UE deberán actuar con rapidez, ya que el país debe devolver el 20 de julio 3.500 millones de euros al Banco Central Europeo (BCE).

Este incumplimiento supondría el final de la liquidez que con carácter excepcional el BCE facilita a los bancos griegos.

La situación económica de Grecia es particularmente complicada desde el pasado 30 de junio, cuando venció la prórroga para negociar un nuevo rescate a Grecia.

Desde ese momento la situación en el país se ha agravado a pasos acelerados, y ha incluido la imposición el 29 de junio por parte del Gobierno griego de un corralito.

También el 30 de junio concluyó el plazo para que Grecia pagara el préstamo de 1.600 millones de euros al FMI, lo que le hizo caer en situación de mora.