El expresidente del Gobierno Felipe González ha hablado en varias ocasiones de la economía real, en contraposición a la economía financiera. ¿Usted se expresa en los mismos términos?

En efecto, uno de los problemas que nos han conducido a la crisis es la preponderancia excesiva de la economía financiera, que además, en estos últimos años, como consecuencia de la globalización, los avances de la tecnología y la desregulación, casi se ha independizado.

Se está sacrificando la economía real para salvaguardar la financiera, que creo que es algo que tenemos que revisar. Ha citado las nuevas tecnologías como factor de este cambio.

Sí, las nuevas tecnologías te permiten hacer transacciones financieras en tiempo real. Esa capacidad de ser instantáneo ayuda a la desestabilización de los países.

¿Cuándo empezamos a hacer mal las cosas?

A partir del momento en el que el crédito cambio su razón de ser. El crédito es esencial. Nadie compra un piso o monta una empresa al contado. El problema está cuando el crédito deja de estar vinculado a los ingresos corrientes de las familias o las empresas para obtener el pago. Los préstamos se han pasado a dar en función de las expectativas de revalorización del activo que se compra con ellos: los pisos, el suelo o lo que sea. Eso trastoca todo. El pelotazo pasa a ser el objeto del crédito. España debe el 3 % del PIB, y el 70 % es deuda privada, que deben empresas y familias.

Dice que es más urgente buscar soluciones que culpables.

Es que este es el típico caso de entre todas la mataron y ella sola se murió. Todos lo hemos hecho mal. A los clientes nadie les obligó a coger un crédito en esas condiciones, y a los bancos nadie les obligó a darlos, y al constructor nadie le obligó a construir el piso.

¿Cuáles fueron los errores del gobierno socialista?

El primero, tardar en reconocer que esto era una crisis importante. Luego, tardamos mucho en abordar la reforma financiera, y lo hicimos mal. Deberíamos haber creado un banco malo en 2008, en lugar de obsesionarnos con las cajas de ahorro, para reanudar cuanto antes el crédito. Que haya crédito es mucho más letal para el empleo que el déficit público. En Europa, en general, la austeridad mata el crecimiento.

¿Esta crisis demuestra que el mercado no se regula solo?

Sí, está claro. Hace falta regulación y control. Hemos definido como sistema a un grupo de bancos que son demasiado grandes para quebrar. Estos bancos, si no son públicos, deben estar regulados. Si no, lo que decimos es que si ganan dinero, lo ganan los bancos, y si lo pierden, lo pagamos todos. Eso no es moral.

¿La introducción del principio de equilibrio financiero en la Constitución ha generado más problemas que soluciones?

Desde fuera del Gobierno, yo me opuse. Creo que el presupuesto es un instrumento de política financiera. Es un disparate que se introduzca en la Constitución, significa que los políticos no se fían de sí mismos. Tampoco supone que se respete más, como ocurre con el derecho a la vivienda, que está, y sin embargo se siguen produciendo desahucios. Esta medida fue un golpe a la credibilidad de izquierdas del Partido Socialista.

¿Es tan diferente la administración pública en Cataluña?

En Cataluña hay un problema que no hemos sabido manejar bien. Hay una cuestión lingüística, a mí me tocó poner en marcha la cooficialidad de las lenguas, y hemos de asumir que el catalán o el vasco son patrimonio de todo el conjunto del Estado. En Cataluña lo que ocurre es que llevamos muchos años sin querer escuchar una queja creciente de catalanes que decían no sentirse a gusto. No voy a entrar si con razón con sin ella. Es un problema que debemos resolver hablando. La independencia no es una solución. Pero mirar para otro lado, tampoco. No se puede perder esa capacidad para encontrar encajes para que todo el mundo se sienta razonablemente cómodo en un proyecto como el de España. Luego, la crisis ha tenido su impacto, y tenemos que considerar factores correctores para algunas regiones. Porque no hay nada más injusto que tratar igual a quienes son diferentes.