El euro entra en un vertiginoso final y podría desaparecer en unos meses si Europa no corrige su estrategia ante la crisis. El Nobel Paul Krugman acaba de trazar en un post el proceso que en muy poco tiempo llevaría a la extinción a la moneda única, un escenario que en el ámbito económico se considera cada vez más probable incluso desde posiciones ideológicas antagónicas a las de este profesor de Princeton, que en la última década ha contribuido -con una columna semanal en The New York Times rebotada a algunos de los principales periódicos del mundo- a que la economía sea inteligible para un amplio público ajeno a la disciplina.

El fin del euro está cerca. Arrepentíos, añadiría un profeta de los últimos días. Paul Krugman nunca se ha mostrado como un agorero bíblico aunque en su diagnóstico sobre lo que pasa insiste en que a esta depresión económica contribuyen quienes se empeñan en "ver la economía como una obra moral en la que los malos tiempos son un castigo ineludible por los excesos previos".

Desde el comienzo de la crisis, Krugman viene defendiendo a contracorriente que la vía de salida no es más austeridad sino mayor gasto público y una moderada inflación, lo contrario a la dieta estricta que Alemania ha impuesto en Europa. Los acontecimientos parecen darle la razón: la crisis se agrava por efecto del rigor fiscal y la reducción de gasto. Las voces solitarias que proponían explorar otras vías alternativas comienzan a convertirse en un coro.

Krugman anticipa en un post reciente que, sin un cambio de rumbo rápido, el fin del euro es cuestión de meses. El escenario de este descalabro continental sería el que sigue.

1. Salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes

2. Retiradas masivas de dinero de los bancos españoles e italianos para llevar el dinero a Alemania

3. Tal vez se impongan controles de facto, con los bancos prohibiendo transferir depósitos fuera del país y limitando la retirada de dinero en efectivo (es decir, al estilo del corralito argentino).

4. Alternativamente inyecciones masivas de dinero del BCE a los bancos para evitar el derrumbe de los bancos.

5. Ante esta situación, existe una salida buena que consiste en que Alemania acepte indirectamente las reclamaciones que se hacen sobre Italia y España para darle a España alguna esperanza y poner en marcha garantías a la deuda para mantener bajos los costes de endeudamiento y permitir una mayor inflación en la eurozona que posibilite el ajuste de precios relativos

6. Y una salida mala: el fin del Euro

Esta última opción es para Krugman una posibilidad muy factible desde hace ya mucho tiempo pero que ahora entra en fase acelerada porque "estamos hablando de meses, no de años, para que esto ocurra". En "¡Acabad ya con esta crisis!", este neokeynesiano mantiene, sin embargo, la esperanza: "Vivimos tiempos terribles, aún más terribles por su carácter innecesario. Pero que nadie se rinda: podemos concluir esta depresión. Sólo necesitamos claridad de ideas y voluntad".