Hasta no hace mucho tiempo se decía que la banca de toda la vida, o sea, la conocida como la tradicional y que durante años sostuvo el sistema financiero español, tenía que evolucionar.

Que el abaratamiento de costes unido a la reducción de los márgenes por un lado, que si la introducción de las nuevas tecnologías por otro, todo hacía indicar el fin de la banca ´de toda la vida´, de la libreta a plazo fijo y de los edredones de regalo por abrir una cuenta de ahorro.

Que si las coberturas de tipos de interés, swaps, hipotecas multidivisa o las famosas subprime, los derivados financieros,…, todos ellos productos de la nueva era bancaria que permitían a las entidades financieras incrementar de forma ingente los márgenes en su actividad y dar cifras ´insultantes´ de beneficios. Todo era fruto de la nueva banca.

Pero para nuestra sorpresa, fruto de estos nuevos comportamientos de hacer banca y de sus ´diseñados productos´ (CFD, Forex,…) hemos caído en la mayor crisis financiera que cualquier persona viva recuerde.

Muchas son las voces que ahora se alzan y dicen que el camino a seguir es el de la vuelta a la banca tradicional, que siempre dio sus buenos resultados, pero claro está, la avaricia de generar grandes beneficios que venían aparejadas a las nuevas formas bancarias fue muy tentadora y la banca de toda la vida abandonó los buenos usos bancarios para adaptarse a los grandes márgenes bancarios.

Pero la duda que me entra y que quiero compartir en estos momentos se centra más en el cómo que en el qué. Es decir, a la crisis actual ¿se ha llegado por la comercialización y diseño de nuevos productos financieros que se nos han escapado de las manos o por lo contrario los productos no generan ningún tipo de problema y este radica en las manos encargadas de su gestión?

Una cosa significaría estar en contra de la nueva banca y otra sería estar contra los profesionales que no se han adaptado a las nuevas tecnologías y a la nueva banca a la mima velocidad que los productos.

Se podría contestar esta duda con el hecho de que la culpa se podría repartir entre ambas partes. No obstante yo considero que no es así.

Los nuevos productos financieros de la nueva banca se han comercializado por personas. Los nuevos productos no dejan de ser ´herramientas´ del negocio bancario que se emplean para generar beneficios y conseguir los objetivos marcados por las organizaciones, en este caso las entidades financieras. Como herramientas no dejan de ser una ayuda al trabajo de las personas. El hecho de que algunos de estos productos se hayan visto metidos de lleno en ser ´culpables´ de la crisis financiera no es debido a que estén mal diseñados, sino al mal uso que el factor humano ha hecho de estas herramientas.

Es como si se dice que un martillo es un arma mortal. Pues no, es una herramienta que permite clavar puntas, pero si el que lo tiene lo usa con otro fin, de una herramienta puede pasara a ser un arma.

Pus con la nueva banca pasa algo similar. No se debe de demonizarla ni acusarla de ser la causa de la crisis. Sencillamente es un cúmulo de factores donde claramente ha pesado más el ´malhacer´ del factor humano que los nuevos productos financieros que han aparecido en los últimos tiempos.