Mario Conde, expresidente de Banesto, ha concedido esta entrevista, realizada por cuestionario, con motivo de la presentación de su último libro, «Los días de gloria». En ella explica su visión de la intervención de Banesto y de la situación económica actual.

-Usted dijo que no se reconoce en el Mario Conde de los 90.

-Quería decir que yo mismo, cuando contemplaba la imagen creada por los medios en aquellos días, no me identificaba con ella. Si la pregunta es qué diferencia hay entre entonces y ahora, la respuesta es que ahora me conozco mejor a mí mismo, he sabido soportar el sufrimiento en dosis muy elevadas, y durante muchos años, sin que ni el odio ni la venganza se instalaran en mi corazón. He sabido resistir.

-Si pudiera volver al comienzo de su trayectoria como financiero, ¿hubiese conducido Banesto y su propio estilo de gestión por los mismos derroteros?

-Sin duda. Mi estilo de gestión consistió en prestar a empresas y alejarme de la riqueza financiera, en apostar por la tecnología, en apostar por el desarrollo industrial de un país, en tratar dignamente a las personas. Creamos la Corporación Industrial y quince años después la copió La Caixa. Si algo ha demostrado esta crisis es que ese modelo de gestión es el que cuenta, y el que reclaman Stiglitz y Krugman, Premios Nobel americanos, entre otros. El otro modelo de gestión financiera alabado por muchos hace años es el que provocó este desastre.

-¿Se hace algún reproche sobre cómo condujo Banesto?

-Cuando se dirige un grupo semejante no es posible estar exento de todo error. Lo que cuenta es la globalidad. Pero estoy abierto sinceramente a debatir los reproches que me quieran hacer y razonarlos.

-En sus explicaciones sobre lo ocurrido siempre prima una interpretación política y tiene mucha menos relevancia el análisis estrictamente económico. ¿Se considera víctima de una conjura persecutoria?

-No es que prime lo político sobre lo económico, sino que se trató de una decisión exclusivamente política sin basamento económico real. Otra cosa es que lo disfrazaran. Lo expliqué para los españoles que quisieron oir los números de Banesto en la rueda de prensa de enero de 1994. Hoy lo tiene claro todo el mundo, salvo, claro, los que no quieren ver, quizás por lo que han dicho y escrito durante años amparados en la «verdad oficial» que ahora les arde en las manos. Mire el comportamiento de todos los gobiernos con las entidades con problemas... Que hubo una maniobra política está demostrado hasta la saciedad. Pero no soy víctima de nadie. Las víctimas son los que desaparecen, los que no cuentan. Los que resisten y continúan, no.

-Muchos analistas y columnistas sostuvieron que usted era un instrumento del felipismo para tratar de acabar con uno de los últimos reductos de poder de la derecha económica. Cuando fue destituido, muchos de esos mismos columnistas dijeron que usted era perseguido por el felipismo. ¿Con qué retrato se queda?

-Esa pregunta debe dirigirla a los analistas y columnistas que son los autores de esos diseños. A mi me interesaban mas bien poco y no tenía tiempo para leer esas elucubraciones mentales. Tenía que trabajar.

-Dice que PP y PSOE recelaron de usted por temor a que diera el salto a la política. ¿Sopesó dejar la banca por la política?

-Lo he contestado cientos de veces. Mi proyecto era el Grupo Banesto y mi vinculación con el Grupo y JP Morgan constaba en un contrato de cuando menos cinco años que fue, incluso, depositado en la CNMV. No deja de ser curioso de que a pesar de las evidencias, casi veinte años después se siga con la misma pregunta.

-¿Ha renunciado definitivamente a la política?

-Felipe González me dijo un día en su despacho que desmentir tajantemente que no quería ir a la política solo serviría para que la gente pensara lo contrario. Pero, ¿por que ese interés en que renuncie a algo a lo que tendría derecho cualquier español? Desde luego no renuncio a seguir pensando y opinando sobre los temas que como español y europeo me preocupan.

-Usted dice que hubo un trato injusto a Banesto porque ahora sí se están dando ayudas a las banca. ¿Hubiera sido suficiente esta medida para salvar Banesto, o padecía más un problema de solvencia que de liquidez?

-Entiendo que no conozcan de verdad la situación real de Banesto en aquellos días, porque se necesita una educación financiera adecuada. Banesto no necesitaba ser salvado de nada. No tenía problemas ni de solvencia ni de liquidez. Deberían haber oído lo que dijo en 2000, bajo juramento, el vicepresidente de Morgan: Banesto podía salir por sí solo. Comprendo que les sea difícil diferenciar entre ajustes contables, liquidez y solvencia. Nosotros no necesitábamos eso. Pero aunque lo hubiéramos necesitado, no se dio dinero. A Caja Madrid, por ejemplo, casi 10.000 millones de euros, es decir, seis veces la aportación teórica a Banesto... Las inversiones en capital de entidades con problemas ascienden a 80.000 millones de euros... Es que no iba de eso, como dicen ahora...

-Algunas de las familias de Banesto lo respaldaron siempre y una de ellas discrepó de usted desde el principio. ¿Pero cuál fue la actitud que mantuvo Pedro Masaveu Peterson?

-Ignoro sus fuentes para hacer esa afirmación. Que yo sepa ninguna familia se puso en contra desde el principio. Si se refiere a Argüelles, quizás sepan que fui yo quien propuso a Jacobo Argüelles consejero a petición de su padre y votó a favor de mi Presidencia. Pedro Massaveu le diré que fue el primer consejero que vino a mi casa a La Salceda, al poco de nombrarme presidente, a ponerse a mi disposición. Juntos diseñamos la estrategia del grupo cementero, le nombré consejero de Valenciana de Cementos, le di preponderancia en la corporación industrial... Siempre apoyó. Se fue por motivos de salud. Si hubo otros nunca lo supe.

-Se le acusó de haber conspirado contra el entonces jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. En su último libro precisa las reuniones y almuerzos que tuvo usted con el monarca en casa de Francisco Javier Sitges a propósito de la continuidad o no de Fernández Campo. ¿Qué propósito tenía su intervención?

-No sé quién me acusó ni ante qué tribunal. Si ha leído de verdad mi último libro, sabrá que nos reunimos con el Rey, con Sitges, y con más personas, entre ellas Pedro J. Ramírez. Nos informaron del comportamiento real del Sr. Fernández Campo. Todos, no solo yo, tratamos de ayudar al Rey. Ese fue nuestro único objetivo. Y el Rey lo sabe y con todo lujo de detalles.

-¿Cree que le perjudicó alguna imagen de riqueza como la del yate «Alejandra» que construyó en el astillero Mefasa?

-Si viviera en América, por supuesto que no. Ante los trabajadores que lo construyeron, por supuesto que no. Ante el astillero que dio trabajo y empleo, por supuesto que no. Ante los que se sintieron orgullosos de ver con bandera española el barco de vela más bonito hecho nunca, por supuesto que no. Ante los italianos y europeos que aplaudían al verlo pasar, por supuesto que no. Ante algunos que viven instalados en la envidia y a quienes duele el éxito ajeno, quizás.

-Usted escribe libros y tiene algunas empresas. ¿Cómo le está afectando la crisis a sus negocios?

-Admitan que eso de que «escribo libros» tiene cierta gracia, cuando los dos últimos han sido récord de ventas en España cada uno de ellos. Seguro que saben que nadie se ha atrevido a desmentir ni una línea. Tal vez sepan que son millones los lectores, aunque algunos que lo leyeron lo niegan en público... Quizás para que no les pregunten por qué no desmienten... En cuanto a los negocios, me afectan como a todo el mundo: caída del consumo, dificultades financieras, necesidades de ajuste de personal...

-¿Cuáles cree que son las debilidades de la economía mundial y las específicas españolas?

-El desastre mundial tiene genética financiera. Es el modelo financiero que propició un gran endeudamiento de familias, empresas y Estados. Un dinero artificial creado por los adalides de la «riqueza financiera», que se ha llevado por delante a cientos de miles de empresas. En España tenemos otros problemas adicionales: la dependencia del sector construcción, la gigantesca burbuja inmobiliaria, la legislación laboral obsoleta, la escasa productividad, la política salarial, el absentismo laboral, el electoralismo de los políticos....

-¿Cuál es su pronóstico sobre la evolución económica española? ¿Cree que España podrá acompasar con relativa prontitud su ritmo de crecimiento al del resto de la UE?

-Con el nivel de endeudamiento que tenemos, público y privado, con el nivel de productividad, el paro general y el juvenil y los destrozos causados en el sistema financiero, no podemos esperar ningún milagro. De aquí se sale, pero sólo con disciplina, trabajo y no engañando a la gente.

-¿Qué opina de la política económica del Gobierno?

-Errática. Primero, negar la crisis e insultar a quienes decíamos que iba a ocurrir. Después, poco a poco, admitirla resignadamente dando esperanzas de solución inmediata, pero sin hacer casi nada serio. Ahora, presionados por el exterior, y para evitar rescates, adoptan medidas que van muchas de ellas en la buena dirección. Se ha perdido mucho tiempo por culpa del Gobierno y eso ha causado mucho daño. Ahora algunas cosas parece que pueden ir en serio. Veremos...

-¿Cómo juzga la labor de la oposición, en particular del PP, en materia económica en esta crisis?

-La oposición tiene un proyecto de poder: quiere ganar y a la vista de las encuestas lo va a conseguir casi sin hacer nada. Pero luego vendrá lo difícil: gobernar con las medidas que la situación reclama.

Mario Conde (Tuy, Pontevedra, 1948)

Fue nombrado presidente del Banco Español de Crédito (Banesto) en 1987, con sólo 39 años y tras protagonizar la operación económica más importante de España hasta entonces, al vender Antibióticos S.A. a la multinacional italiana Montedison por 58.000 millones de pesetas. Su carrera se vio truncada en 1993, cuando el Banco de España intervino Banesto. El Tribunal Supremo le condenó a 20 años prisión y cumplió condena. Ahora es empresario y ha escrito varios libros de éxito.