Jaime Rosón superó sin sobresaltos la primera etapa en línea del Tour de Romandía, que unía las localidades de Friburgo y Delémont sobre un recorrido de 166 kilómetros. El zamorano entró en meta bien colocado dentro del pelotón de cincuenta corredores que sobrevivió a las dos ascensiones a Le Sommet, el puerto de segunda categoría que evitó una llegada masiva y que permitió que hombres como Rui Costa, Molard o Colbrelli pelearan por un triunfo parcial que, finalmente, les arrebató Omar Fraile.

El corredor español del Astana fue el más fuerte en el sprint después de unos últimos 25 kilómetros infernales que echaron abajo la escapada de cinco corredores que había protagonizado la aventura del día. Los más aguerridos del quinteto fueron Minnaard y Gougeard, que aguantaron tras coronar el puerto a 18 kilómetros de meta, cuando por detrás ya se habían desatado las hostilidades.

De hecho, la batalla acabó pronto con la resistencia del líder de la carrera, un Michael Matthews que se desfondó por las rampas de Le Sommet y que acabó cediendo más de cinco minutos en meta. En esas, Rosón optó por colocarse entre las veinte primeras unidades del pelotón, junto a su compañero Amador, para evitar sustos y cortes inoportunos.

Desde ahí, el zamorano fue testigo directo de las acometidas de Thomas de Gendt o Dan Martín, que trataron de desestabilizar el trabajo realizado por Kruijswijk para llevar en palmitas a Primoz Roglic hacia la meta, donde esperaba el liderato una vez había quedado rezagado Michael Matthews.

Sin embargo, nadie logró una distancia suficiente como para pensar en la victoria de etapa. Es más, Gougeard aguantó en cabeza hasta la pancarta de cuatro kilómetros para meta, cuando el descenso dio paso a un terreno llano en el que solo lo probó Rudy Molard. La insistencia del francés hizo temblar al pelotón, que tuvo que apretar en los últimos metros para cazar.

También puso toda la carne en el asador Rosón, que se arrimó a la rueda más fiable, la de Primoz Roglic que, sin disputar la victoria parcial, se ubicó en una zona en la que jamás estuviera en riesgo su liderato en la general. A su vera entró en meta el zamorano, por delante de otro de los grandes favoritos, Geraint Thomas, y a la espera de que la carretera pique más hacia arriba para explotar sus virtudes.

No será hoy, en una etapa en la que apenas habrá un par de dificultades montañosas lejos de la meta y en la que los velocistas podrían tener una nueva ocasión. La montaña llegará en la cronoescalada de mañana y en la jornada reina del sábado, más propicia para un Rosón, que es trigésimo sexto en la general a 25 segundos del líder; metido por tanto en la pomada de este Tour de Romandía.