El MMT Seguros se situó ayer al borde de los puestos de descenso en un partido en el que no pudo con un potente Ciudad Encantada y después de que Cangas lograse una sorprendente victoria en su visita a Guadalajara que deja al equipo pistacho en una situación muy delicada, empatado a puntos con el equipo pontevedrés, pensando además en lo difícil del calendario que tendrá que afrontar hasta el final de esta Liga Asobal a la que se aferra con uñas y dientes.
Cuenca Ciudad Encantada fue claramente superior de principio a fin frente a un MMT Seguros que no tuvo la alegría en su juego de otras veces y que parece acusar el lógico desgaste de una durísima temporada que está durando tal vez demasiado para un equipo con sus escasos recursos.
Fue un primer tiempo para olvidar en el que el MMT perdió su personalidad, la olvidó tal vez bajo la responsabilidad de lo que se jugaba en este partido, frente a un rival que, por el contrario, se plantó sobre la cancha con las ideas muy claras y dispuesto a imponer su ritmo de juego. La contienda se desarrolló con un ritmo cansino, aburrido e insípido al que se adaptaron mucho mejor los conquenses desde los primeros compases.
El brasileño Leonardo Dutra comenzó a reivindicarse desde muy pronto, mientras Oscar Río era el encargado de dirigir al Ciudad Encantada y de obligar al resto de los jugadores a actuar a su antojo. Río y Dutra fueron, precisamente, los autores de las primeras delanteras en el marcador de los visitantes con 0-2 y 1-3. Guille se encargó de crear ilusión en la grada del Angel Nieto que ayer acusó una entrada un poco menor a la de los últimos partidos, tal vez por tratarse de un día laborable. El MMT no había salido centrado ni en defensa, ni en ataque, pero en cuanto los zamoranos apretaron atrás, los árbitros comenzaron a castigarles con tarjetas amarillas, primero, y minutos de expulsión, más adelante. Tras los primeros tanteos, el 3-7 hizo saltar todas las alarmas y Eduardo García Valiente intentaba frenar al Cuenca con un tiempo muerto que sirvió de muy poco. Jortos no veía libre su pasillo por el lateral izquierdo, y Octavio ni encontraba buenas asistencias, ni huecos para lanzar a puerta.
Tan solo Fafa salvaba la honra zamorana, mientras Oscar Río era el que mandaba enfrente, con tres tantos consecutivos, dos de ellos de penalti, que establecían la máxima ventaja visitante hasta entonces con 5-12. Seis minutos sin ver puerta se tiraron los pistachos aunque las exclusiones de Abalós y Gastón fueron superadas con suerte y la desventaja de 7 goles no se incrementó ya hasta el descanso (9-16).
La cosa tenía que cambiar y cambió tras renudarse el encuentro. El balón comenzó a circular a mayor velocidad y el ritmo se animó tanto que el partido se volvió loco por momentos. Zamora ya veía puerta con facilidad y la mejor afición de la provincia, a creer en el milagro. Octavo se entonó y a Jortos ya le entraban los goles. La reacción zamorana se plasmó en el 15-19 y poco después en un 16-20, pese a la exhibición que seguía ofreciendo en el Ciudad Encantada, Dutra, y a que Leo Maciel no tenía compasión con la afición pistacho a la que tanto quiere.
Cuenca comenzó a preocuparse y, tras el 17-21, paraba el partido con un tiempo muerto.
Lidio Jiménez recompuso a su equipo y Oscar Río comenzó de nuevo a dirigir ese juego pausado que tan bien le sienta al Ciudad Encantada.
El MMT Zamora, sin embargo, perdió su eficacia anterior y comenzó a acusar el lógico desgaste de un banquillo muy corto y muy castigado ya a estas alturas por una temporada enormemente exigente.
La lesión de Calle en el minuto 15 fue el punto de inflexión pese a que Luis Posado estuvo muy acertado a partir de entonces. El MMT lograba que su rival se tirase cinco minutos sin marcar con 19-24. Ceballos transformaba un penalti y Octavio se estrenaba con el 21-25. Pero ahí se terminaron las fuerzas de los zamoranos que en los últimos nueve minutos vieron cómo Cuenca volvió a ser un rival claramente superior y sólo las paradas de Luis Posado impidieron que el 22-30 fial se incrementase.