Alicia, en su viaje al País de las Maravillas, había bebido de una botella que tenía una etiqueta con la palabra "Bébeme", y al hacerlo se plegó como un telescopio hasta medir sólo veinticinco centímetros de altura. Siendo tan pequeñita, no pudo entrar en el jardín porque se había olvidado la llave encima de la mesa y no podía alcanzarla, así que sentó y se puso a llorar. Entonces, Alicia descubrió una cajita, la abrió y halló en ella un minúsculo pastelito sobre el que se leía, bellamente impresa con pasas, la palabra "Cómeme". "Lo comeré", dijo Alicia, "porque si me hace más grande podré coger la llave, y si me hace más pequeña podré colarme por debajo de la puerta y así, de un modo u otro, entraré en el jardín".

La Liga de Campeones está encerrada en una habitación en la que Alicia come una y otra vez pastelitos con la palabra "Cómeme". Cuando Alicia comió el pastel, pegó un estirón ni que fuera el telescopio más grande del mundo, hasta que midió más de dos metros y medio de altura y su cabeza chocó con el techo de la sala, de forma que, aunque había podido coger la llave, era imposible acceder al jardín. El estirón de la Liga de Campeones ha sido tan impresionante como el de Alicia, y nadie duda de que es el campeonato por equipos más grande del mundo y el que tiene la llave que puede conducir a un equipo de fútbol al jardín de la gloria. Pero me parece que hay equipos (estoy pensando en el Real Madrid del insaciable Ronaldo) que no dejan de devorar pastelitos con la palabra "Cómeme" y que crecen, y crecen, y crecen hasta que la cabeza choca con el techo de una competición que no fue pensada para ser ganada una y otra vez. ¿Puede el Madrid ganar por tercera vez consecutiva la Liga de Campeones? Por supuesto. ¿Y eso es bueno para el Madrid? Lo dudo. Cuando se es demasiado grande, salir al jardín puede convertirse en una tarea imposible.

Otros equipos, sin embargo, aspirarán a que morder el pastelito de la Liga de Campeones les haga más pequeños, de forma que así podrán salir al jardín de la Liga Europa y aspirar a ser cabeza de ratón en vez de cola de león, que a veces no está nada mal. Pero en la Liga de Campeones no sólo hay equipos que crecen sin parar y equipos que se hacen más pequeños para poder colarse por debajo de la puerta, sino equipos que ni fu ni fa, que ni crecen ni encogen, ni aspiran a llegar lejos en la Liga de Campeones ni compiten para ganar la Liga Europa. Uno de esos equipos es el París Saint-Germain del cansino Neymar.

Cuando Alicia comió un poquitín del pastelillo que decía "Cómeme", y antes de crecer hasta llegar al techo, se sorprendió al ver que conservaba la misma estatura. En realidad, eso es lo que suele ocurrir cuando uno come pastel, pero Alicia estaba tan habituada a que sólo ocurrieran cosas extraordinarias que le pareció de lo más soso y estúpido que la vida siguiera su curso normal. El PSG ha mordido el pastelillo de Neymar, Mbappé y muchos más que decía "Cómeme" y, de repente, se encuentra con que mide lo mismo que siempre porque está fuera de los grandes partidos de la Liga de Campeones. Como ha sucedido con tantos equipos formados a golpe de talonario, el PSG se acostumbró a que pasaran cosas extraordinarias cuando jugaba partidos de la Liga francesa y, de repente, se sorprendió al ver que conservaba la misma estatura en Europa después del repaso que le propinó el Real Madrid.

Hay equipos que crecen hasta que su cabeza choca con el techo de la habitación. Hay equipos que se hacen pequeñitos en una competición grande para poder salir al jardín por debajo de la puerta. Y hay equipos que ni crecen ni se hacen más pequeños, y eso es lo peor que le puede pasar a un conjunto de jugadores liderados por el futbolista más caro de la historia. Por cierto, cuando Alicia comprendió que salir al jardín era imposible, lloró litros y litros de lágrimas hasta formar un gran charco de unos diez centímetros de profundidad. Si el gigantesco Madrid no gana la Liga de Campeones y se queda encerrado en la habitación sin poder salir al jardín de Cibeles, puede que las lágrimas se lleven por delante a Zidane. Es injusto, pero así es la lógica del País de las Maravillas.