Derrota clara y holgada del MMT Seguros Zamora en feudo de un BM Logroño La Rioja que supo sacar partido a su buen final de primera parte y gran comienzo de la segunda, con una portería muy acertada y un juego veloz, para poner tierra de por medio y plantarse a muchos minutos de la conclusión con un marcador tan contundente que convirtió la parte final del choque en un trámite en el que todo estaba ya decidido. A pesar de todo, los zamoranos nunca bajaron los brazos, ni siquiera cuando la distancia era insalvable. El duelo dio comienzo a un ritmo vivo con los dos planteles ambiciosos y sin especular lo más mínimo, pero pese a ello no hubo goles en las primeras intentonas de ambos pues tanto el local Aguinagalde como el pistacho Calle protagonizaron un bonito duelo de paradas bajo sus respectivas porterías. Inauguró el marcador el brasileño Fabio Rocha desde los siete metros para al poco colarse bien desde el extremo y poner el 2-0 en el marcador a los cinco minutos. Después los zamoranos ajustaron mucho mejor su defensa y en ataque consiguieron hacer circular la pelota con criterio hasta encontrar el hueco en superioridad y hacer gol, 2-3 antes del diez. La primera alternancia aceleró el ritmo de juego y por primera vez se vieron jugadas a la carrera, también varias pérdidas y algún error grave de los locales en claro contragolpe.

El Logroño La Rioja incrementaba su presión y valiente en lo ofensivo conseguía darle la vuelta al marcador, 7-6 al filo del cuarto de hora.

Ninguno de los dos quería ceder lo más mínimo y ambos se enzarzaron en un bonito intercambio de golpes en el que nadie parecía querer poner freno, ni siquiera los técnicos, que dejaron jugar sin intervenir demasiado, aunque el local rotaba mucho su portería y Kupra acumulaba minutos. Siempre con ventajas mínimas para los riojanos el enfrentamiento prosiguió bonito y vibrante, sin dominio ni control, hasta que en el minuto veinte con 13-13 se produjo el primer gran punto de inflexión. Los riojanos metieron una marcha más, tanto en defensa como en ataque, y eso les permitiría coger ventaja. Influyó de manera especial el buen papel de Kupra bajo palos, pero también la velocidad que supo meterle el equipo local tras las paradas o una buena defensa, porque pilló en demasiadas ocasiones a la contra a un equipo zamorano al que le costó replegarse con orden y velocidad. El resultado fue un parcial de 3-0 que a falta de cinco minutos para la llegada del tiempo de descanso suponía todo un varapalo. De ahí al bocinazo el BM Zamora no consiguió apenas mejorar pese a que al final se marchó a los vestuarios cediendo sólo dos goles, 18-16.

Dos rápidos misiles de los zamoranos en el reinicio colocaban un ajustado 19-18 en menos de dos minutos. Parecía que el marcador sufriría una nueva alternancia y que el MMT Seguros Zamora podía volver a mandar en el luminoso, pero nada más lejos de la realidad porque a partir de aquí todo iría de mal en peor y es que en esta segunda mitad los pupilos de Eduardo García Valiente empeoraron su rendimiento.

Un parcial de 3-0 local pese a una gran intervención de Posado, de nuevo con Krupa parando y los riojanos marcando fácil a la carrera, puso al Zamora contra las cuerdas. Los de García Valiente echaron mucho de menos a Anderson, aunque Jortos finalmente jugó y tuvo un buen papel. A los ayer visitantes les costaba frenar al rival y devolver los golpes. Con 26-20, la remontada se ponía muy cuesta arriba, aunque todavía quedaba mucho para la conclusión. Y es que el Logroño, aupado por su grada, no bajó ni un ápice la intensidad de su juego y siguió martilleando con constancia a un oponente que no daba síntomas de mejora, máxima en el 29-22 al filo del ecuador de la segunda parte.

Apareció entonces Calle para dar esperanzas, pero Kupra respondió con dos paradas muy meritorias, una de ellas de las que hacen daño a un contragolpe, y cuando Zamora quiso darse cuenta quedaban ya solo diez minutos de partido y la distancia era mayor, 32-24 tras un nuevo gol del brasileño Rocha a la contra. De ahí al final el partido se convirtió en un castigo para los zamoranos, y es que los últimos compases del duelo se vivieron sin emoción.