La muerte de Enrique Castro, 'Quini', ha sido un trago amargo para todos los asturianos, aficionados al fútbol o no, del Sporting o de otros equipos. La figura del 'Brujo' traspasa fronteras y eso se nota en Asturias, en donde se suceden los homenajes. Desde primera hora hay largas colas en el estadio de El Molinón de ciudadanos que quieren acceder a la capilla ardiente para darle el último adiós al exfutbolista del Sporting y del Barça.

El cortejo fúnebre llegó al estadio a eso de las doce del mediodía. Para entonces ya se había guardado un minuto de silencio en las instalaciones de Mareo, ya se habían decretado tres días de luto en la ciudad, el Ayuntamiento ya había decidido cambiarle el nombre al estadio municipal en el que a las ocho de la tarde se celebrará el funeral por Quini y la Plaza Mayor de Gijón ya había acogido un homenaje al exfutbolista, hijo adoptivo de la ciudad.

Quini, corazón del Sporting

El 27 de febrero de 2018 quedará marcado en el calendario sportinguista como una de sus fechas más tristes. Ha muerto a los 68 años Enrique Castro González 'Quini', una de las mayores leyendas del fútbol español, el emblema y estandarte de la generación de futbolistas que llevó a lo más alto el nombre del principal club deportivo de la ciudad. El goleador implacable, el '9' rojiblanco por antonomasia, un caballero dentro y fuera de los terrenos de juego.

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Salida del tanatorio y capilla ardiente de Quini

Se apagó este martes la llama de uno de los últimos símbolos del fútbol español, ganador de cinco trofeos Pichichi (tres con el Sporting y dos con el Barcelona), cuya personalidad trascendió más allá del ámbito deportivo. Fue el único gigante rojiblanco que suscitó absoluta unanimidad. Como jugador, como delegado de campo o como en los últimos tiempos, director de relaciones institucionales del club, fue siempre un personaje querido y respetado.

Cicatrices

Quini llevaba muchas cicatrices en su cuerpo, y no solo las muescas de su pasado deportivo. Aquel chavalín que ingresó en el Sporting en 1968 procedente del Ensidesa tuvo a España entera en vilo durante tres semanas en marzo de 1981, víctima de un secuestro que supuso el momento más amargo de su vida, del que tardó en reponerse. Como también le costó digerir la fatídica pérdida de su hermano, el portero Jesús Castro, que falleció ahogado en 1993 después de salvar la vida de dos personas a las que se tragaba el mar en una playa de Cantabria. O cuando la década pasada tuvo que hacer frente a un cáncer. Una batalla que superó, pero la vida aún guardaba un último rejón a Quini, directo al corazón.