Messi forma parte de ese mayoritario grupo de futbolistas que, como dicen que aseguraba Franco, no se mete en política. El argentino cumple con la máxima establecida históricamente en el fútbol de dejar las ideas -da igual la situación del país en el que se juegue- en casa. Otra cosa es cuando la política puede afectar al bolsillo. Entonces toca dar un paso al frente.

Messi lo ha hecho en su reciente renovación con el Barça exigiendo la inclusión de una cláusula ante una hipotética independencia de Cataluña y utilizando una exquisita diplomacia vaticana que debería contentar tanto a los "jordis" como a los ideólogos españolistas de la coña de Tabarnia (Tarragona-Barcelona, la provincia que formarían los constitucionalistas). La cláusula aclara que Messi seguirá en el Barça aunque triunfe la independencia, una paso que se ha interpretado como un gesto de compromiso hasta el final con la entidad. Pero siempre hay un pero. Y éste no es otro que si llega la independencia los del Nou Camp jueguen en una de las ligas más importantes de Europa: la española, la alemana, la inglesa o la francesa. De lo contrario, el argentino quedaría libre y podría irse sin tener que pagar ni un euro de los 700 millones de su cláusula. El astro sabe que jugar en una gran liga garantizaría al club los ingresos necesarios para afrontar el pago de los 100 millones de euros brutos que cobra desde que amplió su contrato y que han disparado los celos del madridista Ronaldo. Quedaría por ver qué pasaría realmente con el Barça si Cataluña abandona el Reino. El Gobierno, la Federación y la Liga ya han dicho que se vayan olvidando de jugar en España y, de paso, de las competiciones europeas. Por el contrario, en Barcelona plantean un argumento radicalmente diferente: los culés seguirían en la Federación Catalana y ésta a su vez en la Federación Española, lo que habilitaría al Barça a seguir jugando las competiciones organizadas por la UEFA y la FIFA.

Lo único claro por el momento, y que todas las partes dan por cierto, es que en los casos en los que las circunstancias en las que se firmó un contrato cambian sustancialmente el derecho es tajante: el acuerdo ya no es válido, no existe. Con lo cual, todos, y no sólo Messi (técnicos, jugadores, empleados, patrocinadores?) quedarían libres con cláusula o sin cláusula. Aunque Messi ha preferido dejarlo todo atado y bien atado y blindarse ante lo que pueda ocurrir con la aventura rupturista de los "jordis".