Llegó como el sucesor de Cristiano, marcó goles estratosféricos que valieron títulos, sacó el cañón pero, desgraciadamente, el recuerdo que hasta la fecha ha dejado es el de jugador de cristal. Eso sí, de Murano. Ayer, una vez más, mostró que es un vendaval, que desconoce florituras y adornos, que para él la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, que su izquierda es brutal y su juego aéreo primoroso; pero sobre todo, volvió a demostrar por enésima vez que es buenísimo aunque no tenga la sutilidad de otros peloteros. Es tal su peligro que los madridistas sólo podemos rezar para que no se vuelva a lesionar porque con el galés, el tortuoso camino de la Champions, empezando por París, tendrá muchas pero muchas menos curvas. Todo en línea recta. Soy gol, soy galés, soy Gareth Bale.

A todo esto el Real Madrid le dio una paliza al Deportivo de la Coruña (lo siento por Noe y por el oviedista Adrián). Una paliza que en otras temporadas hubiera parecido hasta normal, ayer pareció extraordinaria. Siete chicharros que son un soplo de aire fresco para los desgastados pulmones madridistas y que hacen aflorar atisbos de moral de cara al PSG.

Más allá de la moral resquebrajada, de lo difícil que está la Liga, del mal partido en Leganés en la Copa, de la vuelta de Benzemá para que me frustre más, hay que señalar con el dedo a un grande del Real Madrid con el que se está siendo injusto porque ya hace dos temporadas que se gana la titularidad pero no hay manera de que la consiga. Sí, me refiero a Nacho. Ya hasta mete goles aunque lo más importante es que los evita, que va al corte como nadie, que a diferencia de Varane no es nada blandito, que a diferencia de Marcelo cuida su espalda y corre como un galgo para cortar, apoyar o recuperar la posición, que no le sacan muchas tarjetas, que no se lesiona y que además, por si le faltara algo, es humilde y trabajador. Jugador de "la Fábrica", como definió el insuperable (todos de pie al pronunciar su nombre, por favor) don Alfredo Di Stéfano, en estado puro. La Fábrica es la mejor cantera de España aunque algunos que ahora se gastan cientos de millones en fichajes hablaran de cartera en el Madrid y ahora enseñan el plumero de la pampa sin ni siquiera sonrojarse.

Confío en que el Real Madrid vuelva por sus fueros y volvamos a deslumbrar como hemos hecho hasta junio. Que dejen de desconcentrarnos las portadas con fichajes, los autógrafos y lo halagos que sólo sirven para que bajemos el pistón y nos gustemos demasiado. A Kiev por el camino recto, por el camino que marca la ausenca de florituras de Gareth Bale.