Parecía una misión imposible, pero ocurrió. Como vienen sucediendo cosas inimaginables para el MMT Seguros en los últimos años. El trabajo de los zamoranos sigue dando sus frutos y hoy, en el escenario más complejo, ante un rival que venía de puntuar con el Barça y que compite por estar en el podio de la Asobal, los hombres de García Valiente dieron una lección más. De casta, de cabeza y de balonmano.

Desde el inicio, el MMT Seguros se lo creyó. Ni las bajas, ni la amenaza del equipo que venía de empatar con el inaccesible Barcelona amedrentaron a un conjunto pistacho que ha cambiado el chip y que es un grupo mucho más competitivo que el que empezó la temporada. En estático, a la carrera, en recuperaciones de raza y en acciones de pizarra, los zamoranos descosieron a la defensa alcarreña y desesperaron a Hombrados.

De este modo, el MMT empezó a manejar ventajas de tres y cuatro goles con Calle inconmensurable y Octavio, Anderson y Jortos en la dirección del equipo. Además, en el amago de reacción de Guadalajara, emergió la figura de Raúl Maide, que fue un quebradero de cabeza para los visitantes con sus fintas, lanzamientos y un atrevimiento que tuvo premio en el tramo final de la primera mitad.

Así, la grada despidió en pie a los pistacho cuando el encuentro se marchó al descanso con un marcador en el que muchos no confiaban (16-11). La duda estaba en saber si, tras la reanudación, el MMT Seguros sería capaz de mantener el ritmo y el nivel ante un contrincante con aptitudes suficientes para remontar el resultado. La incertidumbre duró poco. Lejos de encogerse, el MMT Seguros se creció, empezando por su portero.

Un día más, Calle paró y paró. Y cuando se aburrió, volvió a parar. Al otro lado, cuando no era Octavio, Jortos, Cangiani, Mouriño... incluso Sandín desde el extremo, demostrando el valor del filial, acribillaban una y otra vez a Hombrados, incapaz ante un MMT desatado, que manejó las inferioridades, tuvo agallas para ir siempre por encima a nivel de intensidad y que se amparó en su público cuando la necesidad apretó.

Los pistacho ni siquiera sufrieron. No hizo falta. Todo fluyó. El publico pudo celebrar con tranquilidad la tercera consecutiva en casa y despedir a los suyos hasta el 2018. La liga empezó torcida, pero se endereza poco a poco. Y el equipo pistacho cada vez puede ir con la cabeza más erguida.