Con el PSG sin rival en su Liga y batiendo todos los registros en Europa -ya se verá lo que ocurre cuando lleguen los cruces primaverales-, parece que a Neymar ya le empieza a gustar París y lejos quedan sus pataletas por tirar los penaltis o la morriña del clan que dejó en Barcelona. Pero Ney y su padre aún no han descartado el plan inicial por el que dieron la espantada en el Nou Camp: utilizar el PSG del jeque Al-Khelaïfi como trampolín para marcarse un "Figo" en diferido y acabar en el Real Madrid.

El chaval tiene el capricho de gambetear en el Bernabéu. Y a Florentino Pérez, después de varias temporadas sin gastarse los cuartos en un galáctico, le quema el dinero en el bolsillo. Además, el Real Madrid parece tener resuelto para unos cuantos años la cuestión de la clase media-alta que debe rodear a los aristócratas del balón como el brasileño. El problema es que alguno de los sangre azul con los que cuenta el equipo blanco debería salir para hacer sitio y caja para pagar el costoso traspaso, la jugosa comisión paterno-filial y el mareante sueldo. Aquí la cosa podría acabar en un dos por uno a modo "Black Friday". Cristiano ya va cumpliendo años y el físico del que debería ser su sustituto en el trono merengue, sir Gareth Bale, no aguanta la presión.

Ahora queda por ver si Florentino llega a un acuerdo con el dueño del club francés para cerrar la operación -que ahora retrasan hasta 2019- pero, sobre todo, analizar si no sería un error hacer de un futbolista tan tornadizo y con un entorno tan caprichoso la enseña del Real Madrid, aunque los sueños de Ney sean de color blanco.