"Citius, altius, fortius". El lema de los Juegos Olímpicos ha perdido fuerza con el paso de los años porque, ciertamente, el deporte llega más allá de las cifras, los récords y los títulos. O, al menos debería. Un "slogan" tan desfasado y poco útil para la actividad física como lo es para el rugby aquello de ser una disciplina "para caballeros". Y es que, por más que sea un juego de nobleza y compañerismo evidente, el óvalo debería estar al alcance de todos, sin distinciones. Sin etiquetas.

Esa bandera, la de un rugby para toda la sociedad, es la que enarbolaron ayer tanto Zamora RC como Madrid Titanes en la primera edición del Torneo Inclusivo "Ciudad de Zamora". Una iniciativa que fue mucho más allá de la disputa de un partido entre los equipos de ambas entidades, dando lugar a una jornada destinada a fomentar esa naturaleza intrínseca con la que cuenta su deporte y que resultó un completo éxito.

Bien pronto en la mañana dio comienzo el I Torneo Inclusivo de Rugby. Lo hizo en el Ayuntamiento de Zamora, donde esperaba Manuel Alesander Alonso para dar la bienvenida a Madrid Titanes, un ejemplo a la hora de tirar abajo estereotipos e interpretar la actividad física como lo que debería ser: un arma para combatir la exclusión social. La formación madrileña, compuesta por jugadores de diversa preferencia sexual, fue recibida con los brazos abiertos por el Zamora RC y por el concejal de Deportes, que no dudaron en acompañar a sus invitados en una visita turística guiada por la ciudad camino de la siguiente cita del día. Una de las más importantes.

El paseo de los dos equipos desembocó en la Ciudad Deportiva. Concretamente en el Salón de Actos, donde pasadas las doce de la mañana miembros destacados de la expedición madrileña y el técnico del "XV del Carnero", Ángel Marcos, iniciaron un coloquio sobre el rugby, sus problemas, su repercusión y sus posibilidades, así como su capacidad para ser un elemento con el que combatir la discriminación.

La charla, sin duda, resultó instructiva y constructiva. No en vano, contaba con la presencia no solo de Oti Camacho, directora técnica de Madrid Titanes, que relató sus experiencias personales afirmando haber sufrido discriminación en el deporte y haber encontrado "el cielo abierto" cuando entró en el mundo del rugby, en el que "no todo son valores y buenas acciones" pero si puede encontrarse "esa camaradería, una familia" ya que "es de los pocos deportes en los que la estrella jamás podrá ganar solo".

Ella y el presidente del club madrileño, David Guerrero, expusieron las dificultades que se encuentran por ser un club abierto para todo el colectivo LGTB, como también recordaron la necesidad de este tipo de entidades hoy en día. "Los jóvenes de hoy en día quieren ser grandes futbolistas. Encuentran en el deporte su referencia y es necesario fomentar los valores adecuados para su educación", recordó el máximo mandatario.

Esa lucha por defender unos valores ha llevado a Madrid Titanes a ser uno de los faros deportivos en la lucha contra la discriminación. Una naturaleza inclusiva que, Ángel Marcos, catalogó como propia del rugby al recordar que siempre fue el deporte en el que "todo el mundo es bienvenido, el gordo, el alto, el bajo, el flaco, el lento o el demasiado rápido".

Las palabras de los representantes de ambos clubes se vieron subrayadas ayer en este foro por dos de las figuras más importantes del rugby dentro de los medios de comunicación como Mario Ornat y Javier Señarís, inmersos ambos en la revista "H" donde tienen cabida todos, del amateur al profesional.

El acto, perfecto para la educación en valores, fue teoría de inclusión social que no tardó en llevarse a la práctica. Apenas unas horas después, Zamora RC y Madrid Titanes disputaron un encuentro sobre el verde de la Ciudad Deportiva en el que pusieron de manifiesto ese espíritu que quisieron transmitir ayer a la sociedad zamorana. Un partido rodeado por un magnífico ambiente, con tintes benéficos -gracias a la venta de calendarios hechos por Titanes para ayudar a la Fundación "26 de diciembre"- , victoria zamorana -por 53 a 0- y el imperdonable tercer tiempo, al que cualquiera era bienvenido. Sin prejuicios, sin etiquetas.