Ricardo Ferrero ha decidido abandonar el cargo de delegado provincial que ocupaba desde hace casi cincuenta años en los que su gran objetivo ha sido difundir el deporte más tradicional de todos los que se practican en Zamora e intentar parar la profunda crisis en que ha caído en los últimos años. El veterano dirigente deportivo se muestra satisfecho con el trabajo realizado y pasa el testigo, con las cuentas económicas saneadas, a una nueva generación que afrontará el difícil compromiso de revitalizar y rejuvenecer esta modalidad deportiva. Pese a todo "El Rubio", no niega que esta decisión haya sido tomada con un cierto resquemor: "Nunca pensé salir por la puerta de atrás, ni he hecho cosas para dejarlo de esta forma. He defendido a mi provincia desde la delegación, como cuando he sido concejal, y he defendido todo lo que he podido el deporte". Ferrero sustenta su decisión en "motivos internos y externos: ha habido una clara falta de confianza con la Delegación Provincial de Pelota en el régimen interno, y en el externo, con la Federación Territorial. No es ni malo ni bueno, los acontecimientos son así".

No esperaba dejar el cargo "en este momento. Se precipitó, hubo algún compañero que, ante la situación que se venía dando en la pelota provincial, estaba todavía más en desacuerdo que yo. Yo he intentado tener más paciencia o ser más prudente, pero lo que no podía permitir era que mis compañeros se fueran de la junta directiva y yo quedarme. Nunca jugaría a eso y lo que he llevado a cabo es una dimisión que no tiene mayor trascendencia que haber dejado un cargo directivo".

Niega el veterano dirigente irse con rencor hacia alguien, porque "el deporte tiene que ser para unir y no para separar; uno ya es muy maduro. Estas son cuestiones que ocurren en todos los ámbitos. Cada uno es responsable de sus actos y no tengo nada contra nadie, o por lo menos, no me llevo acritud hacia nadie. Las cosas podían haberse hecho mejor pero han sido así y las acepto. Soy totalmente tolerante porque la vida a veces es un sinsentido. A simple vista, el que hace las cosas a lo mejor tiene una razón que no es la tuya".

Después de 47 años al frente de la Delegación y de algunos más desde que se encargase de la constitución de la Federación Zamorana, Ricardo Ferrero recuerda que "he estado casi 50 años de dirigente deportivo. Estoy muy contento de muchas cosas: haber defendido y servido a mi provincia y a mi comunidad, pero sobre todo, me siento orgulloso del componente humano de las juntas directivas que he tenido. Eso para mi es inolvidable. Me han dado una permanente lección mis compañeros. He recibido estímulos y lecciones de humaidad que yo no podía esperar cuando comencé. Es quizá de lo que más me acuerdo aunque, por supuesto, no quiero olvidarme de los pelotaris ni de mi mismo".

Y tan sólo se muestra dispuesto a aconsejar a quien le suceda en la Delegación, "una cosa bien simple: que quieran aquello a lo que se han comprometido. Queriéndolo, la responsabilidad está asegurada. Hay que querer aquello que a uno le han puesto en las manos y la responsabilidad vendrá por añadidura. Si alguien va a un cargo para ver qué se lleva, por medrar o algo por el estilo, le recomiendo que se quede a la puerta y que no entre".

Pese a que todavía no se ha nombrado a su sucesor, asegura que "ya no tengo ningún contacto con el mundo de la pelota. Lo he pasado algo mal -siempre hay cosas peores- pero lo voy superando. Era una forma de entender la vida de mi familia y la mía. Sé que jamás podré recupera el tiempo que le he robado a mi mujer y a mis hijos. Ellos, a través de algunos pequeños acontecimientos que venían sucediendo, no veían bien que yo me estuviera enfrentando a ciertas situaciones que eran impropias. Y a todo esto hay que añadir que ya de por si, ser dirigente deportivo no es suficientemente valorado".

Ferrero hace hincapié en uno de los temas que motivaron su decisión: "Hay algunos ayuntamientos que parece que son más ayuntamientos no contando con el organismo federativo para organizar sus festivales de pelota. A todos los respeto aunque crea que en algunos casos no se hace bien" y explica que "tener una actividad oficial permanente desde el mes de septiembre hasta el 29 de junio con el Torneo de San Pedro, es muy difícil. Es una dura tarea abrir permanentemente el frontón durante toda la semana y dedicarse además a la provincia en un deporte que va a menos por muchísimas razones, un deporte en el que, como en todos, la economía es parte importante de su quehacer". Y alude a sus relaciones con la Territorial que nunca han sido buenas: "Llevamos muchos años, muchos, sin recibir un solo euro de la Federación de Castilla y León, con la que tengo toda la consideración y respeto. Pero yo me pregunto, ¿para qué queremos las federaciones territoriales? Lo digo sin ánimo de polemizar: falta una pizca de generosidad al deporte, sobre todo, en las delegaciones provinciales. Me digo: ¿por qué no pueden elegir los propios deportistas a sus delegados? Que elijan a quien quieran. ¿Por qué nos tienen que venir dadas las delegaciones provinciales? Si no tosemos al gusto de quien nos designa, nos da las gracias por los servicios prestados y te relevan, aunque no te hayan dado jamás nada. La Federación Territorial nunca nos ha dado una sola pelota para jugar, cuando de la Territorial se iba mucho dinero, parece que demasiado deprisa o alguien se quedaba con él. ¿De quién era la culpa? Mientras las empresas zamoranas hacían lo que podían para que este deporte no se perdiera, otros se lo llevaban crudito. Y en eso, Ricardo Ferrero nunca ha estado de acuerdo. Cuando nos informan de lo que ha desaparecido es para echarse las manos a la cabeza pero no hay ningún responsable".

Pese a que en los últimos tiempos las relaciones con el Obispado, propietario del frontón San Atilano, no han sido muy buenas, Ricardo Ferrero Domingo quiere dejar claro "nuestro total agradecimiento. Eso quiero que quede claro. El Obispado ha realizado siempre una labor social que en este caso le correspondía al deporte. Quizá últimamente no entendieron bien lo que era esto, pero no tengo más que palabras de agradecimiento. Yo hice un contrato verbal en su día con quienes eran responsables entonces del frontón que ha durado hasta el día de hoy. Faltaría más. Ni a mí ni a mis compañeros nos hizo falta firmar ningún documento. Hicimos un trato como el que hacían en tiempos los jornaleros en la Plaza Mayor el día de San Pedro y lo hemos respetado siempre. Por eso digo que la humanidad de mis compañeros es algo que no olvidaré nunca", concluía el veterano pelotari.