Los chicos de Valverde ya no son "Los intocables de Messi" porque el pasado sábado no volvieron del Estadio Metropolitano (me niego a citar el nombre del estadio del Atlético de Madrid porque me basta con su hermoso apellido) con tres puntos y la victoria, sino sólo con uno y el empate. Pero, aunque los "intocables" ya son "tocables", los culés damos por buenos el punto y el empate porque empatar contra la DDR, es decir, contra la Dura Durísima Realidad del tan rocoso como feo equipo de Simeone, no está mal del todo. No es fácil ganar a la DDR, aunque me temo que cuando los aficionados nos sentamos a ver un partido de fútbol no lo hacemos para disfrutar con un orden defensivo inspirado en la táctica de los espartanos de Leónidas en las Termópilas, ni para saborear los balonazos a donde sea con la esperanza de que Griezmann se las apañe solito o en compañía de Carrasco, ni para tener orgasmos con la acumulación de tipos delante de Oblak moviéndose de forma mecanizada producto de horas y horas de entrenamiento. Digo yo que cuando los futboleros emplean su tiempo y su dinero en un partido de fútbol es para ver un fútbol más parecido a lo que hace el Barça que al peñazo con el que nos suele obsequiar el laboratorio de Simeone. Así que un empate con la DDR está bien.

En cuando al público del "Metropolitano", alguien tendría que explicar a esa afición tan orgullosa de sí misma que estar más pendiente de pitar a Piqué que de animar a los suyos no es bueno para la DDR. Podría parecer que el Barça ha decidido seguir la táctica del ateniense Alcibíades, que decidió cortar la cola de su perro para que todo el mundo hablara del perro de Alcibíades y no de Alcibíades. Mientras las aficiones rivales se concentren en pitar a Piqué en defensa de la unidad de España y todo eso, prestarán menos atención a las cosas de Messi y, sobre todo, dejarán en paz a Busquets, ese hombre que nunca ganará un Balón de Oro como Alfred Hitchcock no ganó un Oscar o Jorge Luis Borges no ganó el Nobel de Literatura. En resumen: un valioso punto ante la DDR y seguimos invictos pero ya no "intocables", la cola del perro de Alcibíades sigue dando que pitar, y los futboleros del futuro se echarán las manos a la cabeza cuando les digan que Busquets pasó por el fútbol como si fuera un tipo normal que hace cosas normales. Cuando Busquets se retire, todos querrán darle un Oscar honorífico o un Nobel de Literatura extraordinario. Pero ya será tarde.