El rugir de los motores hizo ayer por la tarde vibrar a Venialbo, localidad zamorana que disfrutó de lo lindo de la celebración de su primer slalom. Una prueba que congregó en las calles del municipio a un buen número de aficionados al mundo del automovilismo, ofreciendo un gran espectáculo en el que no faltó ninguno de los elementos habituales de este tipo de citas.

Con el sol cayendo en el horizonte, pasadas las horas de más calor, la respuesta del motor fue sobresaliente. Numeroso público acudió a disfrutar de este primer Slalom de Venialbo del que, ante todo, cabe destacar una organización exquisita del Automóvil Club Zamora. Comenzando por su elección a la hora de trazar el circuito sobre el que los coches deleitarían al respetable, todo un acierto.

El trazado forzó a todos los conductores a dar lo mejor de sí mismos al frente de sus vehículos. Desde los más pequeños y menos rotulados, hasta los de cilindradas más potentes a manos de los pilotos más veteranos y asiduos a estos eventos. Ninguno quedó sin recibir los merecidos aplausos de un público que se entregó, notablemente, cuando el protagonismo recayó en el local Mario Pérez.

La velocidad no cesó en las más de dos horas que duró este primer Slalom de Venialbo, en el que todos disfrutaron notablemente. Desde los espectadores, ensimismados con los rápidos giros, el ruido de las máquinas en cada aceleración o el olor a goma de cada apurada frenada; a los pilotos, que se divirtieron afrontando un recorrido novedoso y sintieron en todo momento el aliento de sus seguidores.