El Balonmano Zamora está de moda, pero no es una moda pasajera ya que sus integrantes llevan diez años al máximo nivel, les toque la categoría que les toque. El verde pistacho ha llegado a Zamora para quedarse.

Para quedarse llega también el MMT Seguros a la máxima categoría, para quedarse jugando entre amigos, con la familia, el valor más importante de este club que cada día forman más personas.

Al Balonmano Zamora ayer le tocaba celebración con su gente, le tocaba soltar la adrenalina de un año de trabajo duro, le tocaba festejar que son de Asobal. Y aunque la fiesta oficial empezaba en la Plaza de La Marina, los jugadores pistacho la comenzaron al salir de la oficina de MMT Seguros, subiendo por San Torcuato, sorprendiendo a los viandantes al grito del "Mucha Zamora" que se ha ganado a pulso ser la frase de una fase en la que los cordobeses de Palma del Río recibieron a los zamoranos con cajas destempladas.

Jortos, no podía ser otro, fue el gran líder de la fiesta en La Marina. Sin fuente, los pistacho supieron improvisar y con la inestimable ayuda del Cuerpo de Bomberos, convirtieron la plaza en un parque acuático del que nadie se libró. El agua empapó a los jugadores y a los más fieles e, incluso, a algunos de los que no se querían mojar pero que, en el fragor de la celebración, acabaron bajo el agua. No hubo tregua para Diego, entrenador del Construcciones Tevisa, ni para Leo Álvarez, al que sus chicas de las categorías inferiores llevaron al centro de la fiesta.

"El año que viene, Zamora es de Asobal" gritaba la ciudad como tratando de autoconvencerse de que sí, de que se había logrado. "Cordobés el que no bote" se escuchaba, con la sonrisa pícara de recordar los "Puta Zamora" con los que el MMT Seguros fue recibido en Palma. Gastón Mouriño se desató en plena celebración y le quiso robar algo de protagonismo a Jortos, que se adueñaba de la manguera y empapaba a todo el que tenía cerca. Éxtasis pistacho en el corazón de la ciudad. Éxtasis de los "Guerreros de Viriato" arropados por medio millar de amigos, familiares y aficionados. Medio millar de componentes de la familia del Balonmano Zamora.

De La Marina a la Plaza Mayor el viaje fue en el tren turístico, el tren del ascenso. En el primer vagón jugadores y cuerpo técnico; en el segundo la charanga del Ángel Nieto y canteranos; al lado otros tantos zamoranos cantando y bailando y llenando de verde la gris Santa Clara.

A los fieles aficionados que habían acudido a la cita con su equipo se les fueron uniendo transeúntes de las calles céntricas de Zamora e incluso zamoranos que tomaban algo en las terrazas de la Plaza Mayor. Como una bola de nieve que crece, una bola de nieve, eso sí, pistacho.

Jortos volvió a coger el mando de las operaciones una vez se llegó a la Iglesia de San Juan y allí, no podía ser de otra forma, sonó la Marcha de Thalberg, el himno de Zamora. Jortos marcaba el paso a sus compañeros con la copa en todo lo alto antes de que llegara esa parte de la marcha que todos conocemos y que hizo que la Plaza Mayor entera comenzara a saltar.

En el balcón del Ayuntamiento se sucedieron los momentos emotivos, esos que ocurren cuando empieza a pensar el cansancio y la cabeza, además de celebrar hace un repaso a todo el sufrimiento del año. Leo Maciel contuvo en varias ocasiones las lágrimas cuando la plaza le pedía que se quedara. A Gastón Mouriño se le quebró la voz un par de veces mientras notaba el cariño que se ha ganado en la ciudad. Iñaki, con su pequeño Bruno en brazos, daba las gracias a todos los familiares de los jugadores y a Carletes, Zamora le pedía "un año más" en el Balonmano Zamora.

El micrófono pasó por todos los jugadores, entrenadores y directivos que se encontraban en la Casa Consistorial, pero fue Manolo, el "speaker" quien puso algo de orden para ir presentando, como hace antes de todos los partidos que el MMT Seguros juegan en casa, uno por uno a los jugadores. "Con el 40..." y no le daba tiempo a nombrar a un Leo Maciel que ya era vitoreado por los presentes que le pedían una renovación que no va a ser posible. " Con el 2..." la plaza aplaudía a rabiar a Sebas Ceballos, un zamorano más y quien siempre tendrá para el recuerdo el último gol pistacho en la fase.

Uno a uno fueron pasando los jugadores: "El jefe Iñaki, el toro Jortos, el dandi Mouriño, aerolíneas Cangiani, cometa Guille, el látigo de Eibar"; y uno a uno iban recibiendo el cariño de una ciudad que quiere mucho a unos jugadores que transmiten siempre los valores del esfuerzo y del compañerismo.

No se quiso olvidar Manolo de los invisibles, de esos que aparecen mucho menos porque, al final, no meten ni paran los goles, pero trabajan de forma incansable para el crecimiento del club. Fue entonces cuando tomaron la palabra José Antonio Quintana o Diego Vieira y los aficionados pedían que hablaran Agustín, Arcel, Juanje o Lechero.

Mientras iban descendiendo las escaleras del Ayuntamientocasi todos los jugadores, Mouriño se resistía a soltar el micrófono y entonaba una última canción junto con todo su particular público. Guille también reaparecía con la copa de ganadores de la fase y su hermano Jorge, jugador del Tevisa disfrutaba de la victoria en familia.

Antes de disfrutar de una noche que sería larga y de vivir juntos la última cena de equipo, los jugadores tuvieron tiempo todavía de vivir un último pasillo humano, ese último homenaje de la afición a sus héroes, que lo son no sólo por el ascenso, sino por todo lo que le dan a sus aficionados. Jortos volvió a encabezar un "tren" de jugadores que accedieron, como siempre, a fotografiarse con los que aguantaban todavía en la plaza.

Y Leo volvía a escuchar que se tenía que quedar, y el argentino volvía a aguantar sin llorar de milagro, llevándose una experiencia muy difícil de repetir a Cuenca. Carletes, Iñaki o Eduardo García Valiente disfrutaban de sus peques y su familia, esa a la que tanto tiempo le quitan durante el año, pero esa que ayer estaba orgullosa de los "Guerreros de Viriato".

Carletes acogió la última fiesta del día, recibiendo en su establecimiento a una gran representación de la familia pistacho que durmió anoche siendo ya totalmente conscientes de que Zamora, otra vez, es de Asobal. Zamora regresa a la élite.