Hace dos meses y medio, el 13 de marzo, recibía la noticia del fallecimiento de mi amigo Enrique, el fundador, con José Luis López Krahe y yo mismo, de la Asociación Deportiva COROCOTTA (sí, con dos tes) decía siempre. Y, durante más de veinte años, paseamos con nuestra asociación el nombre de ese guerrero cántabro con tantas similitudes con nuestro guerrero, el "terror romanorum".

La capital y la provincia, Valladolid, Salamanca, su Cantabria del alma, La Cavada, Solares o Santander, donde competimos varios años con el Racing Club (no digo el Santander, no te enfades), fueron lugares donde nuestros equipos patrocinados por Heptener, Dolfi Sport, Caja Salamanca y Soria, Húmara, entre otros, o asociados con el Pinilla C.F. o el Atl. Zamora, llevaban el nombre de Zamora y, por consiguiente, también el de su Cantabria. Y con grandes dosis de valentía o inconsciencia, los llevamos durante dos años a jugar a París, a competir con el Saint Denis en el mismo campo sobre el que se levantó el nuevo estadio. Incluso, invitamos a los de aquella ciudad a participar en un torneo por las ferias de San Pedro.

Hoy, sus jugadores, de ellos ha salido la idea y la organización, quieren demostrarle su reconocimiento, cariño y gratitud con un encuentro de aquellos que llevaron el nombre de Corocottas, y que jugarán un partido de fútbol sala en el Pabellón Manuel Camba a las cinco de la tarde, además de otra serie de actos de recuerdo hacia el "míster" que se fue. Tiene un gran valor, en estos tiempos deshumanizados e individualistas en que vivimos, que sus "chicos", hoy ya hombres, se hayan acordado de él y quieran también que sus convecinos no se olviden de que entregó su vida tratando enfermos por su profesión, pero enseñando valores a los jóvenes durante más de treinta años. También, no lo olvidemos, cuando fue llamado para trabajar por toda la ciudad lo hizo desde el puesto de concejal de nuestro Ayuntamiento para engrandecer nuestro deporte o desde el de médico del Zamora C.F.

Zamora y Cantabria fueron dos de tus amores apasionados porque tú eras todo pasión. En su última semana de vida, como si quisiera despedirse de todos, repartió el tiempo por igual entre los dos sitios, aunque La Cavada era el lugar del reposo del guerrero, aquel al que regresaba siempre.

Hoy, aquellos que no pudimos acompañarte en tu último viaje, tus amigos zamoranos, queremos incluirte en una imagen evocadora para no olvidarte.

Amigo Carri, allá donde estés, descansa en paz.