Aunque veinte años para el tanguista no sean nada, cinco sin conseguir una Liga eran toda una eternidad para este Madrid que presume de esa vitola de Mejor Club del Siglo XX, y esos eran los que llevaban los blancos sin llevar a sus vitrinas el torneo de la regularidad. Lo ha conseguido en esta ocasión el club de Concha Espina de la mano sabia y tranquila del sonriente Zidane, que no descompuso su gesto ni en los peores momentos, aquellos en los que parecía que el estelar Barça volvería a imponer su impresionante trío atacante. Por ejemplo, cuando los azulgrana lograron el triunfo en el Bernabéu con gol de Messi (y exhibición de camiseta) en el descuento, que entonces se tornaron muchas cañas en lanzas para Zidane por no haber sabido gestionar un empate que era gloria, y embarcarse en aquel ataque final suicida con solo diez jugadores. Pues nada, para Galicia se fue imperturbable con su media sonrisa en la jornada siguiente y puso en escena la llamada segunda unidad: 2-6 en Riazor, con exhibición de los no habituales. "Esto es así, ya sabes?" dijo a media voz. Y debe de ser así, efectivamente, porque al final las cuentas le salen, al igual que el ofuscado Cristiano que lo quería jugar todo se ha reconvertido en un eficacísimo ariete que administra con sabiduría sus esfuerzos, descansa de cuando en cuando, y llega a esta hora de la verdad pletórico de velocidad, potencia y acierto.

¿Hay previsión de nubes en Cardiff el día 3 de junio? Difícil pronóstico, que la Juve es un acorazado con modales de crucero y a un partido, temible. En los madridistas la duda es si Carvajal va a estar a tope, y la inquietante cuestión: Bale o Isco, tema de calado. Ahora, el de Arroyo de la Miel está en un momento, como le corresponde por origen, dulce, y debería de jugar.

La solución en diez días, que tampoco son nada, que diría Gardel.