El Caja Rural logró ayer su objetivo de la temporada, asegurar su permanencia en Segunda División, al vencer al Torrelodones CF por 3-1 en un partido complicado para las zamoranas, empeñadas en cerrar la liga alcanzando su meta sin depender de otros resultados. Un camino que completaron, no sin esfuerzo, pese a tener la salvación en sus manos antes del minuto 90.

El conjunto de Sami Merino había hecho méritos sobrados durante la temporada para salvarse pero llegó al último capítulo necesitado de puntos. Urgencia que se dejó notar en el crucial duelo frente a un colista que, pese a saberse descendido, plantó batalla hasta el pitido final.

Atenazo por la presión de ganar una vez más y condicionado por el viento y la lluvia que reinaron durante la primera mitad, el Caja Rural fue incapaz de llegar al descanso por delante en el marcador. Lo intentó, hasta la saciedad -incluso con vehemencia-, pero el 0-0 resultó inamovible durante los primeros 45 minutos.

Las zamoranas no dieron cuartel a su rival en ningún momento. Con el mono de faena puesto, dominaron a Torrelodones CF desde el pitido inicial, sin que las visitantes pudieran inquietar a Sara Gimeno con tiro alguno.

Pero el control del partido del Caja Rural no fue efectivo. De hecho, las locales generaron escaso peligro sobre el arco rival y, sus mejores llegadas, acabaron sin éxito. Algún remate flojo a centros lejanos, nacidos principalmente en acciones a balón parado, y dos llegadas fruto de errores de bulto por parte de las madrileñas que ni Bea ni Cepeda supieron resolver con acierto.

El guión del choque, sin embargo, cambió por completo tras el descanso. El paso por vestuarios, con buenas noticias para las zamoranas en forma de resultados positivos en el resto de partidos por la salvación, dio calma al juego del Caja Rural, en el que Merino introdujo diversas variantes durante la reanudación con intención de no especular.

Con menos presión, y la aparición del sol, las zamoranas comenzaron a poner más fútbol sobre el verde. Su trabajo ya iba acompañado de su habitual calidad y, dicha combinación, no tardó en tener premio. Era el minuto 63 y Lara Pastor ponía el 1-0 que dejaba la salvación prácticamente vista para sentencia.

Con todo a favor, sin embargo, Torrelodones encontró el empate cuatro minutos después en uno de esos tiros parabólicos que, mitad habilidad mitad suerte, se convierten en gol una vez de cada mil. Un gol que, en otra circunstancia, habría dolido notablemente. Sin embargo, el 2-8 que encajaba San Pío X ante Madrid CCF lo convirtió en un acicate para buscar con más ahínco un buen broche al año.

Y así fue, el Caja Rural volvió a tirar de garra e ilusión para despedirse con una victoria. Un triunfo con el que festejar a lo grande junto a familiares y amigos la permanencia. Una victoria por 3-1 gracias a un remate a la media vuelta de Bea y una falta botada por Lara Pastor pero, sobre todo, gracias al trabajo. Ese que acabó por tener su justo premio para las locales.