Desde hace tres años Rubén González Herrera, de 21 años y estudiante de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora se había hecho inseparable de Dani Camarzana y compartían no solo su carácter aventurero sino una gran pasión: la escalada. Ambos eran miembros de la Agrupación Montañera Zamorana. Junto a Fernando Casquero habían preparado con mimo la fatídica escapada a Los Picos de Europa durante el pasado fin de semana. De sus comentarios en sus redes sociales se desprende que el joven era muy consciente de los peligros que entraña tanto la montaña como otros deportes o actividades. No hace falta subir un 8.000 ni ir al Himalaya para tener errores o percances. Y ante la imposibilidad de predecir el final de cada cual apostaba por disfrutar, ser feliz y, lo que para él era la clave, vivir. Le encantaba la película "El club de los poetas muertos", y había leído el libro que en 1996 publicó Anatoli Bekreev sobre su accidente en el Everest. En el texto se recogían frases que Rubén llevaba grabadas a fuego. ""Amo las montañas, en ellas me siento como en mi hogar (?) Aquella mañana yo sabía, como siempre lo sé sin importar qué objetivo me está esperando, que estoy en casa y que esta es la única vida que sé vivir".

Alto, atlético y de ojos claros, Rubén derrochaba simpatía al igual que su compañero y no dejaba indiferente a nadie. Compaginaba sus estudios con el deporte y, cuando venía a cuento, con las noches de fiestas con sus amigos. En la agrupación de montaña se le consideraba un deportista experimentado, al igual que a Daniel, pese a la juventud de ambos. La extrema dedicación había dado sus frutos y los dos eran ya profesionales en este ámbito.

Más que un deporte, escalar es una forma de vida, explica en un video sobre la montaña que le gustaba especialmente y que terminaba con la sensación de libertad que se consigue al alcanzar la cima. La que Rubén experimentaba y con la que soñaba en cada entrenamiento en el rocódromo, con cada gota de sudor, con cada carrera. Entrenar y entrenar. Duro, muy duro. Como dura ha sido su despedida. "Hasta siempre. Nos vemos en la cima, campeones", se despedía una amiga común.