Al menor de los montañeros fallecidos en los Picos de Europa, Daniel Camarzana, no es que le apasionara el deporte, es que lo había convertido en el epicentro de su vida. Extrovertido y amigo de sus amigos, ya en el instituto Maestro Haedo despuntaba con la piragua (con la que consiguió varios títulos), con la bicicleta de montaña, con los esquíes y, por supuesto, con sus pinitos en la escalada y el barranquismo. Ello no impidió que estudiase luego en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora.

Donante de sangre, amante de los animales, sobre todo de los perros, el tiempo libre lo dedicaba a sus pasiones, que plasmaba en un blog titulado "Escalador de sueños? Vivir para soñar, soñar para vivir". En sus páginas Dani describía rutas con precisión de cirujano, ofrecía consejos y compartía cualquier técnica o estrategia que considerara de interés para afrontar la montaña. Prueba de su sensibilidad es que desde su foro apelaba a otros montañeros a que se abstuvieran de escalar en determinadas zonas y periodos del año en los que este deporte podía poner en peligro la vida de aves en cría.

Las lesiones, lejos de desanimarle, le hacían aún más fuerte, como cuando superó la última en una pierna, en 2015, y volvió a coger la bicicleta con más ímpetu comentando con sus amigos las distintas rutas que realizaba. Poco le importaba utilizar este mismo medio de transporte para colgarse una mochila e ir a Salamanca a ver a su hermana, con la que estaba muy unido. Ambos viajaron a Budapest para celebrar la mayoría de edad de Dani, un regalo sorpresa de ella. De esto hace un año.

Las operaciones especiales de rescate llamaban siempre su atención y hasta llegó a soñar con dedicarse a ello en un futuro. "Coraje es la resistencia al miedo, el dominio del miedo; no la ausencia del miedo", citó en una ocasión a Mark Twain. Entre sus películas preferidas está La Guerra de las Galaxias y, a la hora de escuchar música se decantaba por grupos como Simple Plan, Sum 41 o Green Day Cover.

Dani deja no solo a una familia destrozada por la tragedia, sino a muchos amigos y amigas que en sus 19 años han compartido con él su sonrisa y sus ganas por todo. Una vida demasiado corta en la que, no hay duda, exprimió al máximo lo que le gustaba hacer.

"Si no alcanzas la felicidad, salta más alto", aseguró en una ocasión siempre con el cielo y las cumbres en la mirada.