¡Contra el Bayern!, el equipo al que eliminó él solo sin necesidad de tener el aire a favor de los analistas tipo Freud, ésos que babean con otro jugador. Bien, nadie esperaba aire por parte de los "Freudianos". Es entendible por una razón muy sencilla: son pasajeros de otro barco, menor, pero barco al fin y al cabo. Comprensible como forofos, pero los "Freudianos" no van de tal (hay ejemplos muy cercanos), van de mastines imparciales, analistas de talla. Daremos como animal de compañía forofo, no vale forofo camuflado. Aunque si me apuran, hasta en un momento dado se puede dar licencia para que le den leña a Ronaldo para elevar todo lo que puedan a su hombre. Desde luego, lo que no se puede pasar es que en el Bernabéu le silben a CR. Y no vale eso de que es afición muy exigente. No. Es una cuestión de "membrillos", gentes que se creen del Madrid pero no lo son. El guionista número tres, rudo y a veces con la mancha del sobaco en la camisa (los alborotos producen sudadas), dice que tiene muchos de estos manzanillos en su entorno laboral, familiar, de amistades. Son elefantes en cacharrería.

Florentino debería de contratar una especie de policía para otear quién silba. No vaya a ser que tenga un batallón antipresidencia y, animados por algún sector externo, trate de darle una patada vía el trasero del portugués. En todo caso, hay que comenzar "la limpia" e invitar a esa gente a silbar, tocar la flauta y temblar gaitas en otros escenarios. O, por lo menos, enseñarles a quién deben de silbar.

Después del cachete que nos dieron ayer volverán como locos. Nos pondrán comparativas. Dirán que el Madrid no es nada, que hay que cambiar todo. Seguro que los pseudomadridistas estaban prestos esperando el cacharrazo para pasarlo por el morro a los merengues natos, netos y con nata. Bueno, bueno, bueno, esperaremos otros momentos para cambiar el aire. Por lo pronto nos toca el envaine total hasta que despeje. Como mucho, se nos ocurre recomendar como canción para el CD de "Al Palo" "Una lágrima cayó en la arena", de Peret. Poniéndola unas cuantas veces seguro que no pasa el disgusto, pero se despeja el tarro futbolero.