Entre los vivos siempre hay envidia, decía el gran Pericles, pero todos elogian la virtud y el esfuerzo del que muere. Así, todos envidian al Barça porque derrotó al PSG en un partido inolvidable que, por desgracia para el fútbol, los amantes de las teorías conspirativas quieren convertir en un robo tan bien planificado como el de los chicos de Danny Ocean a los casinos de Terry Benedict en la película "Ocean´s Eleven". Pero el PSG no es el casino Bellagio, el multimillonario Nasser Al-Khelaïfi no es el riquísimo señor Benedict y Sergi Roberto no se parece nada a Danny Ocean. O sea, que la teoría del robo a al PSG por parte de la cuadrilla de los once azulgrana es pura envidia. Sin embargo, la derrota del Sevilla ante el Leicester ha convertido al equipo de Sampaoli en un compendio de virtudes futbolísticas y un ejemplo de esfuerzo que sólo la mala suerte y las malas artes del Vardy, el estupendo delantero del Leicester, consiguieron expulsar de la Liga de Campeones. Si Sergi Roberto no hubiera marcado el sexto gol al PSG en el último suspiro, todos elogiarán al Barça. Si el Sevilla siguiera vivo tras sufrir en el King Power Stadium, todos envidiarían a ese equipo que parecía diseñado sólo para ganar una y otra vez la Liga Europa.

Envidian al Barça y elogian al Sevilla. Vale. El secreto del éxito (al menos en el futbol) no está en levantarse por la mañana, acostarse por la noche y en el medio dar lo mejor de uno mismo, como pensaba Cary Grant. El ochenta por ciento del éxito futbolístico tampoco consiste en presentarse puntualmente a la cita, como dice Woody Allen. El éxito en un partido imposible como el Barça-PSG reside en convertir a la razón en esclava de las pasiones porque la racionalidad futbolística está siempre sometida a los sentimientos y las emociones. Por eso me gusta que el Barça se enfrente a la Juventus en los cuartos de final de la Liga de Campeones, un equipo que hace tiempo que camina por el Calcio queriendo ser racional pero que no ha entendido que no se puede ser campeón de Europa ni dando lo mejor de uno mismo ni acudiendo puntualmente a las citas, sino domesticando a la razón con goles pasionales como el de Sergi Roberto o goles emocionales como los de Sergio Ramos. El Barça eliminará a la Juve porque Descartes sólo gana partidos en las pizarras. Pero si la Juve nos elimina, todos nos elogiarán y nadie se acordará de Danny Ocean.