Keylor Navas, en el punto de mira del Bernabéu desde su autogol en el minuto 24, se fue a la caseta como un héroe, al poner a resguardo los puntos que el Madrid se había ganado con los cabezazos de Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos. El paradón de Navas al cabezazo de Sanabria en el descuento vale un liderato y el beneficio de la duda para el costarricense, que lleva mucho tiempo en el disparadero. El Madrid resolvió así, con su supremacía en las áreas, un partido que el Betis le discutió en el centro del campo. Le faltó juego al equipo de Zidane, que no acaba de recuperar el tono del último trimestre de 2016. Pero ya se sabe que cuando todo falla en el Madrid, cuando no se intuye la manera de perforar la puerta rival, Ramos siempre aparece.

Poco antes de las nueva de la noche olía a líder el Bernabéu. A las buenas noticias que llegaban desde La Coruña se sumaba el autoritario arranque del partido del Madrid. Sin Casemiro, con un centro del campo plagado de jugadores con buen pie, el primer cuarto de hora pareció el ensayo de una ejecución. La víctima era el Betis, tan incapaz de dar dos pases seguidos como de ofrecer un mínimo de seguridad defensiva pese a su pelotón de centrales. Fueron unos minutos brillantes de James, Modric y, sobre todo, Isco, que acarició el 1-0 en un disparo desde la frontal del área que se marchó silbando junto al poste derecho de Adán.

El Betis libró de milagro, mientras unos y otros empezaban a preguntarse por el curioso criterio de Mateu Lahoz con las faltas, incluso dentro del área. Mateu ignoró con la misma condescendencia los agarrones a Morata como un empujón de Carvajal a Sanabria que no venía a cuento. Y se sintió en el centro del escenario cuando Keylor Navas se pasó de frenada en una salida al borde del área y, tras ser superado por el balón, arrolló a Brasanac. Mateu Lahoz dudó y, finalmente, decidió que no era falta, quizá consciente de que suponía la expulsión del portero.

El alivio de Keylor se convirtió en bochorno tres minutos después, cuando fue incapaz de sujetar un remate escasamente peligroso de Sanabria. Navas se echó las manos a la cabeza, consciente de que el desliz no podía llegar en peor momento para él. Y para el Madrid, que a partir de ahí gripó totalmente. Si consiguió empatar antes del descanso fue tanto por su potencial en el juego aéreo como por la falta de pericia del Betis. Porque el centro de Marcelo era tan intencionado como previsible. Bastó un movimiento de arrastre de Morata para llevarse a dos centrales y dejar solo a Cristiano, que no perdonó con un cabezazo en plancha.

Para el Madrid parecía haber pasado lo peor porque el Betis no aprovechó su momento y quedaba toda la segunda parte para que se impusiera la lógica. Pero el equipo sevillano volvió del vestuario totalmente cambiado. Adelantó la línea de presión y le discutió el balón al Madrid, que no encontraba referentes. Modric estaba muy solo ante el aislamiento de James y el evidente bajón de Isco. El Betis daba tanta sensación de peligro como el Madrid, que pareció fiarlo todo a Ronaldo. Un juez de línea le frenó con un fuera de juego muy justo y, poco después, desaprovechó un pase magistral de Benzema, sustituto de un Morata venido a menos.

El Madrid vio la luz cuando el Betis se pegó un tiro en el pie. Primero al convertir un córner a favor en un contragolpe de Lucas Vázquez que obligó a Piccini a jugarse su segunda tarjeta amarilla. Y, poco después, al conceder un córner tras otro hasta que llegó el inevitable lanzamiento de Kroos coronado con el esperado cabezazo de Ramos, que esta vez ni siquiera necesitó levantar los pies del suelo. Ni el 2-1 apaciguó al Madrid, que en superioridad concedió el cabezazo de Sanabria que devolvió a Keylor a la gloria.