Una semana más, los pelotaris que disputaron sus encuentros en el frontón San Atilano tuvieron que cambiarse y prepararse en las oficinas de la entidad. El motivo es que los vestuarios, después de trece meses, siguen cerrados tras una reforma. En estos momentos tampoco tienen agua corriente, y en el club temen que el Obispado les quiera echar de las instalaciones donde llevan 45 años, y de las que asumen los gastos de mantenimiento.