Qué importa la Liga, si se juega un Barça-Madrid. El bloqueo arbitral ante el penalti inaugural de Mascherano a Lucas Vázquez demuestra la trascendencia paralizadora del choque. Por eso el defensa argentino se permitió un segundo agarrón en el área a Ronaldo, persuadido de su impunidad. Me irritan los segundones Zidane y Luis Enrique, cuando empatan hasta en las declaraciones y entonan a coro que el Barça-Madrid no decidirá el Campeonato.

Al contrario, la Liga no decidirá el Barça-Madrid, un hito tan anómalo que Messi se esfuerza por robarle un balón a Marcelo para combatir su leyenda negra. A quién le importan los restantes 18 equipos del Campeonato. En expectación planetaria, el partido de ayer equivale a una visita del papa Francisco, multiplica por cien la suma de audiencias de los nueve encuentros restantes de la jornada. De ahí los riesgos futbolísticos de que Madrid se independice de España.

Si todavía no se entiende, Isco es un jugador que no mira el balón, lo lee. Por desgracia, también es un genio que se negaba a ir a la oficina. Pues bien, al minuto trece de los de ayer buscó su rehabilitación beligerante con una falta de estrépito a Neymar. Media hora después señalizaba el descanso con una recepción, giro y pase a Benzema en pleno vuelo. Inimaginable, en un país distinto del Madrid-Barça. Verbigracia, los madridistas habían derrotado a los azulgrana en el penúltimo choque en el Camp Nou. Los blancos perdieron la Liga 2015-16, pero acumularon la energía necesaria para ganar la Champions.

Marcelo hace olvidar a Roberto Carlos y Varane rimaba con Zidane en la defensa, por no hablar de su cabezazo a los pies de Ter Stegen. Lástima de su pecado mortal en el gol encajado, un central no puede permitirse que su propia brillantez le distraiga. Son conclusiones que solo pueden extraerse de un Barça-Madrid. La sacralización de un duelo deportivo no es heterodoxa. El Nadal-Federer o el Lakers-Celtics nos absorbían de tal manera que no nos importaba contra quién se entretenían durante el resto de la temporada.

Su majestad el gol revocó las especulaciones filosóficas, a la salida de un descanso que sorprendió a ambos equipos conformados con el empate. Con su teoría del partido no decisivo o indeciso, Zidane y Luis Enrique suspiraban por una igualada que no permitiera extraer conclusiones. Suárez y Ramos tramitaron el desenlace con la mordiente de sus cabezas.

Al exprimir el clásico, quedaba poco fútbol. Es el momento de recordar que Barça y Madrid firmaron un empate libre de impuestos, en el partido de los condenados. La veintena de jugadores convocados ha marcado un total de mil goles, y ha defraudado mil millones de euros. Si continúan empleándose a este ritmo, podrán cancelar la deuda española con sus multas. Dos disparos sin enfocar, de un Ronaldo escorado a la izquierda, daban la impresión de que un inspector de Hacienda le agarraba del hombro. Finalizado el Barça-Madrid, regresa la Liga con los blancos invictos. El ganador de la competición merecerá atención, sin duda. Pero mucha menos que el Madrid-Barça de la segunda vuelta.