Los jóvenes seguidores del Barça no saben, a no ser que se interesen por la historia del fútbol, que hubo un tiempo en que el Barça ganaba muy pocos títulos y que el gol de Koeman en Wembley cambió una ley que parecía tan inexorable como las leyes de la mecánica celeste: el Barça nunca ganará una Copa de Europa. Después de aquel gol, el Barça ganó más Copas de Europa y tantos títulos que el Barça de Guardiola se convirtió en el mejor equipo de la historia del fútbol. ¿Por qué? ¿Qué cambió en el Barça desde que el llamado "Dream Team" derrotó a la Sampdoria en Wembley? Hormigón romano.

Muchas construcciones romanas han resistido el paso de los siglos, y el secreto de su éxito está precisamente en el hormigón romano que, aunque no es tan fuerte como el hormigón moderno, sí resiste mejor el paso del tiempo y, además, su proceso de fabricación era menos dañino con el medio ambiente. Los romanos utilizaban como aglomerante una mezcla de cal y cenizas volcánicas que, como escribió Vitrubio, no sólo proporcionaba firmeza a todo tipo de construcciones, sino que cuando se construyen muelles en el mar puede fraguar bajo el agua. Cruyff fue el primero en comprender el valor de las cenizas volcánicas de La Masía como aglomerante de un equipo que siempre quiso ser el rompeolas del buen fútbol. El Barça estaba acostumbrado a utilizar el cemento de grandes y caros fichajes como aglutinante, por eso durante mucho tiempo fue un equipo fuerte pero poco resistente ante las embestidas del oleaje madridista. Con la irrupción de Guardiola, Xavi, Iniesta y un tal Messi, entre otros, el Barça encontró el aglomerante perfecto con el que construir un equipo que se acostumbró a ganar Ligas, Copas, Ligas de Campeones, Mundialitos y supercopas de todos los colores y sabores. El gran mérito de Luis Enrique es que ha conseguido un aglomerante tan bueno como el que los romanos extraían en las faldas del Vesubio y, además, la cal, el agua, la arena y los pequeños fragmentos de roca que constituyen el hormigón culé están estupendamente elegidos, aunque a veces necesiten un poco de tiempo para mezclar bien. Así, Sergi Roberto es ceniza volcánica, Arda Turam es arena y Alcácer es cal. Sergi necesitó varias temporadas para formar parte del hormigón culé, Turam se pasó una temporada buscándose a sí mismo hasta encontrar su arenoso juego y Alcácer terminará siendo una de cal, de forma que en el Barça haya alternancia de jugadores diversos para competir mejor ante rivales y partidos diferentes. Pero no olvidemos que la clave del hormigón romano era la ceniza volcánica.