Nada prestigia más a un deportista que ir a unos Juegos Olímpicos, simplemente participar, como diría el barón de Coubertin. Pero a veces se da el efecto contrario, casos como los de Michael Phelps y Usain Bolt, que han acaparado la atención de las tres últimas ediciones. El anuncio de su adiós deja un enorme vacío en el movimiento olímpico. Porque difícilmente aparecerán en los próximos años dos deportistas tan dominantes en modalidades especialmente significadas en los Juegos como la natación y el atletismo.

"Dije que el mundo vería en Río quién soy yo y esto es lo que soy", dijo a modo de despedida Michael Phelps, tras colgarse al cuello su vigésima tercera medalla de oro olímpica, lo que le distancia de cualquier otro deportista de todos los tiempos. En total, 28 medallas y el reconocimiento de propios y extraños. "No habrá otro igual ni en diez generaciones", proclamó Bob Bowman, el jefe de entrenadores del equipo norteamericano de natación.

Usain Bolt, con un carácter mucho más extrovertido que Phelps, no necesita que nadie le diga lo bueno que es. "Soy eterno", proclamó minutos después de su novena medalla olímpica. En atletismo es imposible aspirar a acercarse siquiera a la treintena de podios de Phelps, pero Bolt pasará a la historia por una marca nunca vista hasta su aparición: tres tripletes (100, 200 y 4x100) en tres Juegos Olímpicos. "Soy invencible", dijo con toda la razón.

El Centro Acuático y el Estadio Olímpico han sido los dos únicos grandes recintos de Río que se han llenado cada vez que Phelps y Bolt aparecían en el cartel. Cuando el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, habló de "Juegos icónicos" en gran medida se refería al efecto provocado por los reyes de la piscina y el tartán. "Phelps y Bolt ya eran mitos, que se han fortalecido en Río". Bach también citó a la luchadora japonesa Eri Tosaka, campeona olímpica por cuarta vez, pero su deporte está muy lejos de la trascendencia mediática de los dos reyes olímpicos, la natación y el atletismo, junto a la gimnasia.

Phelps descartó cualquier posibilidad de seguir con su carrera deportiva, tras un primer amago hace cuatro años, mientras que Bolt podría estar el año que viene en un Mundial que se celebrará en un escenario mágico para él: el Estadio Olímpico de Londres. Pero Tokio queda demasiado lejos y correría el riesgo de perder su etiqueta de invencible.