Sevilla y Barcelona se juegan hoy en el Ramón Sánchez Pizjuán y el miércoles en el Camp Nou el título de la Supercopa de España y, además, la confianza de sus respectivas aficiones en los proyectos de Jorge Sampaoli y Luis Enrique, tras las dudas defensivas suscitadas en pretemporada.

Sevilla y Barcelona volverán a verse las caras en una final tras la de la Copa del Rey de 2016, que ganaron los de Luis Enrique en la prórroga por 2-0, y la de la Supercopa de Europa del año pasado, en la que los barcelonistas también se impusieron por 5-4 en el alargue tras un vibrante partido que le remontaron a los sevillistas.

El Sevilla se presentará ante su afición después del doloroso varapalo que sufrió en la final de la Supercopa de Europa que perdió ante el Real Madrid y que, pese al buen juego desplegado por momentos por los sevillistas, ha podido dejar en el aire alguna duda sobre la idea del santafesino.

Pese a la fe ciega y el carácter innegociable de su concepto, Sampaoli se enfrenta a un examen exigente en el que deberá armonizar su plan con la solvencia defensiva para que la afición sevillista ratifique la fiabilidad del nuevo proyecto, pese a que su equipo aún se encuentra en rodaje.

Tras lograr la Liga, la Copa del Rey, el Mundial de Clubes y la Supercopa de Europa la pasada campaña, el Barcelona arranca una nueva temporada disputando, ante el Sevilla, la ida de la Supercopa de España, un título que, de lograrse, sería el octavo conquistado por Luis Enrique Martínez desde que se sienta en el banquillo azulgrana. El equipo catalán afrontará este primer acto de la final sin el delantero Neymar da Silva y el centrocampista Rafinha Alcántara, que están disputando con Brasil los Juegos Olímpicos, y el portero Marc-André ter Stegen, de baja por un esguince de rodilla, y varias dudas. El objetivo de este Barcelona es recuperar la solidez atrás para doblegar al Sevilla y lograr al duodécima Supercopa de España de su historia, lo que le consolidaría como el equipo que más veces la ha ganado.