Jaime Rosón gozó ayer de su merecida cuota de protagonismo en la Clásica de San Sebastián, una carrera en la que el zamorano compartió kilómetros con las grandes figuras internacionales de este deporte. Alberto Contador -que reaparecía tras su abandono en el Tour-, Alejandro Valverde, Purito, Yates... una participación de relumbrón entre la que el zamorano destacó aunque no tuviera ocasión alguna para arrebatar la victoria al más fuerte ayer en tierras vascas, Bauke Mollema.

No defraudó el corredor del Seguros RGA-Caja Rural en territorio vasco. Un terreno que conoce bien y en el que cuenta con victorias en su historial. Eso sí, ayer se medía a lo mejorcito del panorama internacional y, pese a su intento de dar la sorpresa, la lógica se acabó por imponer.

Rosón buscó las cosquillas a Contador, Valverde y compañía muy pronto. Buscó su gran oportunidad cuando restaban nada menos que 76 kilómetros para meta. Un ataque largo, muy largo, buscando llegar con un buen colchón al tramo decisivo, el final con subida al Murgil Bidea.

Junto al corredor del RGA Caja Rural, uno de los grandes animadores de la carrera de 220 kilómetros ayer, saltaron otros cuatro ciclistas del pelotón. Se formó entonces la "escapada del día", esa fuga con opciones de ser exitosa y no un simple escarceo.

Durante muchos minutos pareció que Rosón y el resto de escapados tendría opciones. Aún más cuando, varios kilómetros después de saltar, se unía a su rueda una de las figuras del ciclismo español, Mikel Landa.

La escapada llegó a situarse rápidamente a un minuto del resto de la "serpiente multicolor". Una ventaja que, incluso, llegó a ser de 90 segundos durante algunos momentos. Pero, cuando el peligro se tornó en real para los grandes, sus equipos se pusieron a trabajar para echar la fuga abajo. Cosa que ocurrió antes de la decisiva subida al Murgil Bidea gracias al trabajo, especialmente, del equipo Movistar en cabeza de los perseguidores.

El sueño de Jaime Rosón y el resto de escapados terminó a 52 kilómetros para la meta, a las faldas del último pico. Allí el pelotón se reagrupó y los ciclistas más populares acapararon los focos.

Con Contador desaparecido, dispuesto solo a probarse, varios ilustres trataron de romper el grupo. Primero fue Purito, luego Valverde y también joven Yates, sobresaliente en el Tour. Sin embargo, quien consiguió pegar el tirón definitivo fue Mollema, que logró separarse lo suficiente del resto de favoritos que salieron tras él.

El holandés encaró los metros finales con diez segundos de ventaja sobre Gallopin (segundo), Valverde (tercero) y Purito, que fueron incapaces de atraparle.