"Remar, remar, remar y remar", así describen los niños que forman parte de los cursos de iniciación al piragüismo organizados por la ADZ Iberdrola. Durante los meses de verano chicos y chicas de entre 9 y 11 años acuden cada mañana y cada tarde, repartidos en los dos turnos, a los hangares del club zamorano para coger su piragua y echarse a las aguas del Duero a remar.

Muchos aún no superan los 120 centímetros de altura, pero se desenvuelven con un desparpajo impactante sobre la embarcación al son que los monitores les marcan. "En primer lugar montan unos barcos de promoción, los mini kayaks, donde comienzan a dar sus primeras paladas", cuenta Javier Bernal, monitor del curso.

Él acumula varios años como monitor de estos cursos que tienen un largo recorrido de historia. Bernal asegura al preguntarle si desde una edad tan temprana los niños demuestran sus cualidades sobre la piragua que "es una gran experiencia para los niños más que para ver su nivel, aunque al club le permite hacer una gran cantera al comenzar desde tan pequeños".

Pero los objetivos que plantean se centran más en "el fomento del deporte y de valores como la amistad", aseguran desde el club. Al fin y al cabo hablamos de chicos y chicas muy jóvenes, en una edad en la que la mayor preocupación que tienen que tener es la de pasárselo bien y vivir el mayor número de aventuras.

Desde mantener el equilibrio encima de la piragua a navegar con soltura hay mucho trabajo de por medio. Durante las dos horas que dura cada turno los niños se pasan gran parte de ellos encima de la embarcación donde practican diversos ejercicios rodeando la isla que se encuentra en frente del club de piragüismo.

La inocencia aún inunda a estas pequeñas promesas y ver pasar a un tal Emilio Merchán no les dice nada en un principio. Cuando uno de sus monitores les dice que es un campeón del mundo sus miradas cobran un brillo especial que mezcla admiración e ilusión. Ellos aún no lo saben, pero en unos años muchos de ellos trabajarán para seguir la estela de éxitos que el palista zamorano ha logrado a lo largo de su carrera.

Sorprende ver a uno de los pequeños que, según aseguran, es ruso. Sorprende para bien ya que se le ve bastante integrado dentro del grupo a pesar de a penas espetar un par de palabras en español. Es una excepción ya que no tienen hay más que dos extranjeros en los diferentes grupos que conforman los cursos.

Tras un rato con ellos se puede ver la ilusión con la que llegan cada mañana a por su piragua. Ellos no abultan mucho más que la mitad de la embarcación, pero entre dos consiguen llevar desde el hangar cada una de los kayaks individuales que utilizan. Pero la sonrisa con la que atienden a las instrucciones de "Berni" y su compañero Pablo Hernández, que se queda petrificada durante toda la mañana mientras surcan el Duero, es suficiente para que sigan sumando muchas más ediciones de estos cursos.