La Eurocopa de Francia se presenta como una oportunidad única para que Suiza luzca el gran trabajo realizado con el fútbol de base en los últimos años. Y es que en el combinado helvético al fin coinciden, en su madurez futbolística, dos generaciones consecutivas muy interesantes: la que conquistó el Mundial sub-17 en 2009, y la que fue finalista ante España en el Europeo sub-21 del 2011. Con un papel discreto en la Eurocopa donde fueron anfitriones con Austria (2008) y su ausencia en el mismo torneo cuatro años después, solo el último Mundial de Brasil puede dar esperanzas. Suiza pasó la fase de grupos y puso en aprietos a Argentina en octavos, cediendo en la prórroga. Por todo ello el panorama es impredecible. Llegan como tapados, esperando que al fin sus principales jugadores exploten en conjunto.