Brasil se las prometía muy felices en su regreso al Rose Bowl de Pasadena (California), el estadio donde se proclamó campeón del mundo en 1994, pero Ecuador se llevó el gato al agua arrancando un valioso empate. Pudo ser peor para los de Dunga, que vieron cómo una controvertida decisión arbitral impidió que un gol ecuatoriano subiera al marcador en el minuto 66, provocando el delirio en unas gradas repletas de camisetas amarillas, las oficiales de ambos equipos. Los hombres de Gustavo Quinteros abandonaron el campo con expresiones de orgullo en sus rostros.